La Casa Blanca, o de cómo sepultar la ética pública

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Después de varias semanas de conmoción e indignación por los acontecimientos de Tlatlaya y Ayotzinapa, una nueva noticia cimbró a la opinión pública. La noticia sobre la mansión en las Lomas de Chapultepec propiedad de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, la llamada Casa Blanca, revela la forma de entender y ejercer el poder de quienes hoy gobiernan, y su negativa a conducirse bajo los más mínimos estándares de ética pública. Los hechos muestran a una clase gobernante que ha perdido el piso, y que lejos está, siquiera, de comprender que para gobernar de verdad se requiere no sólo tener autoridad formal sino moral.

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La investigación, que contó con el apoyo de la plataforma de periodismo latinoamericano Connectas y el International Center For Journalists, revela que la familia presidencial cuenta entre sus haberes con una casa valuada en 86 millones de pesos, construida con todo lujo en una de las zonas más caras de Latinoamérica.

La mansión no está registrada a nombre de Enrique Peña Nieto ni de Angélica Rivera, sino que pertenece a grupo Higa, que a través de su filial, la Constructora Teya, integra el consorcio de empresas nacionales y extranjeras que habían sido beneficiadas con el contrato para construir el tren de alta velocidad México-Querétaro cuyo proceso de licitación fue cancelado por evidentes irregularidades.

Pero no es la primera vez que el Grupo Higa se vincula al presidente Peña, ya que  ganó varias licitaciones de obras millonarias para el Estado de México cuando éste fue gobernador. Seis meses después de que obtuvo uno de los contratos por más de siete mil millones de pesos, Grupo Higa compró al menos, parte del terreno donde se edificó la casa presidencial. La estrecha relación del Presidente con este grupo también se manifiesta en el alquiler de aeronaves, a través de su filial Eolo Plus, para la campaña presidencial del PRI en 2012.

La Presidencia de la República ha dicho que la mansión fue construida por Grupo Higa y que la esposa del Presidente se la está comprando en abonos con su dinero. Según algunos cálculos, estos abonos tendrían que ser de casi un millón de pesos mensuales. Aún si diéramos por cierta esta historia, el problema ético no termina ahí porque la esposa del Presidente no debió aceptar un beneficio o trato especial por parte de una constructora que fue ampliamente beneficiada durante el gobierno de su esposo como gobernador, y a la que seguramente, prometieron seguir beneficiando desde el gobierno federal.

Esto podría, de acuerdo con la Ley de Responsabilidades del Estado de México y Municipios, encuadrarse en el tipo de conflicto de interés y constituir una forma de corrupción.

Ante la crisis de gobernabilidad y la creciente falta de confianza en las instituciones democráticas que vive México; ante la desesperación y la desesperanza de millones de mexicanos por las condiciones de desigualdad, inseguridad y falta de acceso a la justicia, lo mínimo que esperamos de nuestro Presidente es una vasta explicación, y de las autoridades una investigación que deslinde las responsabilidades legales correspondientes.

A principios del año pasado, cuando el gobierno montó un espectáculo en Palacio Nacional con motivo de la presentación de las declaraciones patrimoniales del gabinete, Acción Nacional demandó en el Senado que en congruencia con el tamaño del montaje, hicieran totalmente públicas dichas declaraciones, pero lo único que ofrecieron fueron versiones públicas de las declaraciones, esto es, versiones sin montos de los bienes ni de las cuentas bancarias, o de los créditos de los funcionarios. En el caso de la declaración del presidente Peña, tampoco aparecen en estas versiones los bienes y/o créditos de su esposa, los cuales deben estar debidamente expresados en la versión completa de la declaración.

En contraste, la última declaración patrimonial del expresidente Felipe Calderón puede encontrarse en el portal de Declaranet en su versión pública, incluyendo los bienes, cuentas y créditos de su esposa Margarita Zavala. Si un Presidente lo hizo, no podemos esperar menos de los demás.


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