Entre el dicho y el hecho está el cinismo

0
518

El cinismo en el ámbito de la administración pública, nos muestra que los recursos y beneficios del estado no llegan a quienes deben llegar

Entro de lleno al punto. Al cinismo — hay muchas definiciones, yo parto de esta —“como desvergüenza en el mentir o en la defensa o práctica de acciones o doctrinas vituperables”.

Permítame compartirle para ilustrar el tema, lo que dos profundos conocedores reflexionaban al respecto. Uno, Ambrose Gwinett Bierce, escritor, periodista y editorialista norteamericano, que vivió en nuestro País cuando se vivía el movimiento revolucionario de 1910, el otro, Diógenes, contemporáneo de Alejandro Magno. Cuantos siglos, cuanto espacio entre los dos, pero…

El cinismo parte de una mentira prefabricada, como en un teatro, donde los personajes son inventados y sus trajes y escenario artificiales. Con el disfraz o la máscara se ocultan las verdaderas intenciones o la verdadera acción política. Brice, a propósito de, definía a la política como el: “Conflicto de intereses disfrazado de lucha de principios.

-Publicidad-

Manejo de los intereses públicos en provecho privado”. ¿Qué tal? ¿Andaba errado? Quizá eso explique porque el común de los mortales, el ciudadano de a pie, el que trabaja y lucha para tener el sustento suyo y el de su familia en el día a día, esté tan alejado de la cosa pública y por ende, le resulte tan complicado explicarse lo que hacen sus gobernantes.

Vamos con Diógenes, ateniense de pura cepa. Dicen sus biógrafos que en una ocasión en que estaba tomando el sol, se le acercó Alejandro Magno, quien le dijo: “Pídeme los que quieras”, la respuesta fue concisa: “Pues no me

hagas sombra”. Y es que las sombras que proyecta el cinismo, impiden ver con claridad los asuntos públicos, de ahí, que entre más cinismo por el medio, la confianza y la credibilidad en los gobernantes se vuelvan más entecas y el repudio más intenso. Pero mejor que hable el notable griego: “Los que dicen cosas buenas y no las hacen, no se diferencian de una citara, pues esta ni oye ni siente”.

El cinismo en el ámbito de la administración pública, nos muestra un día sí y otro también que los recursos y beneficios del Estado no llegan a quienes deben llegar — léase lo que informa el CONEVAL: más pobres, y que maquilla la Sra. Rosario Robles — pero los costos si corren por cuenta de los que pagan impuestos religiosamente. Constate usted la actualidad de lo expresado por Bierce, cuando define a la República: “Entidad administrativa manejada por una incalculable multitud de parásitos políticos, lógicamente activos pero fortuitamente eficaces”. Y transcribo lo que significa DECIDIR en un gobierno de cínicos: “Sucumbir a la preponderancia de un grupo de influencia sobre otro grupo de influencia”. Nada más proyecte este concepto con la práctica deleznable, verbi gratia, de otorgar licencia sin límites a los “amigos” del régimen para realizar toda suerte de acciones que atentan contra el bien común, o la irresponsabilidad de no dar seguimiento a programas presumiblemente para impulsar el desarrollo social.

Y vámonos con Diógenes — 412 años A.C — es que es una maravilla comparar sus pensamientos. Platón, su contemporáneo, expresó un día, que el hombre era “una animal de dos pies sin plumas”, Diógenes entonces se hizo de un gallo y le arrancó las plumas, y se los lanza al piso a Platón y a sus discípulos, con un contundente: “Este es el hombre de Platón”. Y es que poner en comparativo el dicho con el hecho, es la razón de ser de la política. El poder ser capaz por esa vía, de transformar una idea, una visión, un objetivo en realidad susceptible de verificarse EN LOS HECHOS, no nada más en el verbo, es lo que hace creíbles a los políticos. El cinismo deshumaniza el sistema político, y lo convierte en este amasijo odioso de dizque “verdades” vertidas en los discursos encendidos de políticos de quinta categoría, que no

resisten la compulsa con una realidad que muerde y que nos está gritando que México, nuestro País, va en picada.

Estas preguntas las tomé de un texto ajeno, no son mías pero son exactamente lo que millones de mexicanos cuestionan, yo entre ellos: “¿Qué País es este? ¿Qué democracia es esta? ¿Qué se han creído estos sinvergüenzas? ¿Qué empresas y que riqueza crean estos parásitos de la política? ¿Cómo pueden hablar de justicia social sin sonrojarse? ¿Cómo pueden mirar a los ojos a un desvalido sin que se les caiga la cara de vergüenza? ¿Cómo puede todavía haber incultos e ignorantes que los aplauden en los mítines y les piden autógrafos?”

Y esta si es mía: ¿Cómo pretende el mayor burlador contemporáneo de los coahuilenses, regresar? La sola pretensión es la evidencia sine qua non de que su cinismo no tiene paragón.


There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí