En nuestro país hemos tenido presidentes de la República nefastos: sinvergüenzas, mentirosos, inútiles, etcétera, etcétera, que le han desgraciado la existencia a millones de mexicanos de cincuenta mil deleznables maneras, a grado tal que mire usted lo que se eligió en el 2018… Sí, había tal grado de hartazgo, que sin duda supo capitalizar –y la prueba reina es que él ganó las elecciones– Andrés Manuel, convenciendo a 30 millones de compatriotas de que él sí podía llevar a Jauja al país. Prometió –y en esa bandera sigue enredado– erradicar la corrupción. Y es que como reza el viejo adagio, “el prometer no empobrece”. Y hay una ristra de promesas incumplidas. Y si no se cumple, como ha sucedido… ¿qué importa?, no pasa nada. Somos los campeones en el “arte” de apechugar patrañas electoreras. Y vuelvo al punto de inicio, hemos tenido toda suerte de primeros “mandatarios” pero…pero lo que hoy respira en Palacio Nacional no tiene nombre…
Mañana domingo 1 de agosto, en México tendrá lugar una consulta antinatura, antijurídica, anticordura, nomás porque al hombre que hoy lleva la banda presidencial se le puso que quiere, y en su querer nadie manda, el “Sí” de los mexicanos para llevar a proceso a quienes le han precedido en el cargo que hoy ostenta, por sinvergüenzas, aunque preguntar semejante pen… nos cueste un dinero que tendría mejor destino. Fui estudiante de Derecho y entre las primeras lecciones que recibí de mis ilustres mentores, fue que en las leyes se asientan supuestos jurídicos, que de cumplirse –como es el caso que motiva semejante consulta– tipifican una conducta que vulnera la norma y por ende va aparejada de una sanción. ¿Por qué, entonces, como ya se ha preguntado por múltiples voces, tiene que consultársele al “pueblo sabio” si está de acuerdo en que se castigue una violación flagrante a la ley? Si existen elementos que presuman una conducta delictiva, pues que la Fiscalía realice la investigación, que ponga las evidencias, si las tiene, en el ámbito del Poder Judicial y que este gire la orden de aprehensión y se enderece el juicio en el que los imputados tendrán oportunidad de defenderse y el fiscal, de demostrar su culpabilidad. Y venga la sentencia. ¿Qué necesidad hay de montar este circo tan costoso por alguien que machaca todos los días el asunto de la austeridad? Y una más, si ya tiene las pruebas, ¿por qué no ha actuado la Fiscalía? No hace falta consultar a nadie.
La realidad es que el señor presidente quiere circo, maroma y teatro. Y mañana domingo se va a dar un banquete. Le fascinan, como a todo miembro del club sainetero populista. Algo similar –guardando particularidades– a lo que el sr. López Obrador pretende, hizo en octubre de 2016 el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Celebró un referéndum sobre el tema de la aceptación o no de refugiados en Hungría. Obtuvo el resultado que esperaba: el 98 por ciento de los participantes dijeron “No”. No obstante, Orbán tenía por delante un problemón, la participación no había sido lo suficientemente alta como para alcanzar el quórum, así que técnicamente el resultado no era válido. Y para acabarla de fastidiar, no podía recurrir a lo que todos los populistas se cuelgan cuando no les salen las cosas a la medida de lo que fraguan, es decir, acusar que el proceso había sido manipulado. Paréntesis, Orbán y su partido, el Fidesz, habían estado reformando leyes y creando otras a modo desde 2010, cuando obtuvieron una mayoría de dos tercios en el Parlamento húngaro. ¿Le suena familiar? Vuelvo a la consulta de aquel país. Gastaron millones de euros en bardas publicitarias y folletos “ilustrativos” –enviados a domicilio– para advertir a todos los húngaros de los terribles peligros que les caerían encima si aceptaban la llegada de terroristas musulmanes disfrazados de refugiados. Y todo este despliegue para conseguir el resultado “moralmente correcto”. Pero poco le importó esta paradoja; salió a declarar que la “mayoría silenciosa” que no había ido a votar estaba también a favor del “No”, y con este “picudo” argumento Orbán afirmó que, por fin, el pueblo real se había pronunciado sobre la cuestión de las políticas europeas relativas a los refugiados y que le disgustaban las propuestas nihilistas liberales de Bruselas.
¿Qué va a decir López si no se completa el 40 por ciento que marca el 35 constitucional para que la consulta sea vinculatoria? Y nosotros los mexicanos, que financiamos el capricho presidencial… ¿no tenemos nada que decir? ¿Cuántos desvaríos presidenciales más seguiremos consintiendo? Se está cargando al país, y el país somos todos, al margen de filias y fobias partidistas, e incluso sin partido.
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