Hasta la ídem… se los juro

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Mucho apreciaríamos un buen número de mexicanos, así a secas, mexicanos, que quien hoy está a cargo del Poder Ejecutivo de la Unión, se molestara aunque sea por un instante, en echarle una mirada a la sociedad de la que él es parte también, pero una mirada en la que se afanara por aprehender la realidad. Aprehender, no aprender. Porque si así lo hiciera –ya mi amiga Laurita me está diciendo que no le pida peras al olmo y veo una risa burlona bailando en su cara– caería en cuenta de que existe gente pensante en este país, que hay vida inteligente en México, que aunque su ceguera voluntaria producto de su arrogancia, lo fustigue, hay personas reflexivas, racionales, con sentido crítico. Quizá esta idea podría traerle un poquito de mesura a su actuación como Presidente de la República. Aunque usted no lo conciba así, señor López Obrador, en el otro lado, el que usted detesta y del que hace burla todos los días, hay quienes estamos verdaderamente buscando alternativas de solución racionales al caos que usted está generando, olvidándose que cuando se llega al cargo que usted hoy ocupa, se gobierna para todos, no solo para sus afines.

En nuestro paso terrenal, la única certeza que tenemos es que un día vamos a morir. Y la regla aplica para todos los eventos humanos, entre otros, el ejercicio del poder público. A usted no le gusta la Historia, lo demuestra cada vez que abre la boca y confunde gimnasia con magnesia, pero sería bien ilustrativo que le echara un vistazo a la del Partido Revolucionario Institucional, del que usted proviene y en el que aprendió todo lo que sabe de política y que hoy lo está llevando a la práctica a pie juntillas. Sus muchos años, 70 para ser exactos, de hegemonía indiscutible, llevaron a sus dirigentes a asumir concepciones desapegadas de la realidad institucional y de la democracia y un día el PRI perdió su encanto, su maquinaria todopoderosa que ponía presidentes, gobernadores, alcaldes y legisladores a modo, manteniendo intacto su dominio partidista, se quebró… ¿Sabe cuándo? Cuando el hartazgo del electorado le hizo una fisura insalvable. Y es que nada, pero nada en este mundo, es para siempre.

Hoy usted siente que trae a Dios de las orejas, y que sus niveles de aceptación son inalcanzables. No se equivoque, los errores, las inconsecuencias, su incapacidad para escuchar, sus mentiras consuetudinarias, el pretender tapar el sol con un dedo negando una realidad que nos abofetea la cara a los mexicanos, su falta de respeto a nuestra inteligencia, entre otras “lindezas”, le van a pasar factura. El desgaste cobra alto. Usted está abriendo la puerta para que amplios segmentos de la población, no obstante el repartidero de dinero entre los más pobres y las complicidades con los más pudientes, ya no estemos dispuestos a seguir tolerando sus desplantes aspiracionistas a instaurar un régimen de corte totalitario. El hartazgo en términos políticos despierta una sensación de frustración, de cansancio, de no soportar el modelo existente, de añorar desde lo más profundo del alma, un cambio. Eso despertó usted en 2018, y por eso 30 millones de mexicanos votaron por usted. ¡Qué vergüenza que le haya valido una pura y dos con sal y les esté fallando a quienes confiaron en sus promesas! ¿Qué hacen los políticos que gobiernan si no gobiernan? La gente ya está hasta la ídem de verlo desde una pantalla de plasma todas las mañanas dándose baños de pureza. Usted solito está armando su Waterloo. El hartazgo en política es desilusión, frustración… hasta la belleza cansa, como decía la canción que interpretaba José José, y lo que usted ofrece no es belleza precisamente.

Usted ni por asomo piensa en la gente normal, es decir, en la que se levanta todos los días a trabajar –y en estos tiempos es toda una heroicidad– y paga sus impuestos rigurosamente, para que usted los reparta indiscriminadamente, electoreramente. ¿Qué va a repartir cuando ya no haya clase media que le llene las arcas públicas? ¿Con qué dinero va a solventar sus consultas insolentes como la que tiene orquestada para el 1 de agosto? ¿Con qué recursos va a seguir sosteniendo su campaña de “candil de la calle y oscuridad de su casa”?

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¿Para este des… propósito quiso ser Presidente?… ¿Para esto?… El país está de cabeza… ¿Eso lo satisface? El gato tiene cuatro patas, no tres.


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