Condicionar el voto a través de programas asistencialistas es práctica de larga data en nuestro país. Es un reflejo fiel de una realidad en la que el precio del sufragio depende del tamaño de las necesidades de los habitantes de un sector. En las zonas más marginadas tiene su plaza fuerte. La compra de votos retrata una de las certezas más contundentes de las caras del abandono gubernamental en la que viven millones de seres en nuestro país, y que encuentran en los tiempos de los comicios el momento propicio para sacar lo más que puedan. Estas personas no esperan nada de quienes van a tocarles la puerta para pedirles el voto, pero si la expectativa de que algo les tocará. Y esto pervierte la democracia, de suyo tan anémica, como la mexicana.
El Coneval, organismo público que mide la pobreza en el país, presentó en su Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (IEPDS) en 2020, que se calcula que hay 70.9 millones de pobres por ingreso, es decir, el 56.7% de la población. De tal suerte que el acceso a los programas sociales y otros beneficios se convierten en asunto de supervivencia. En tiempos de elecciones son la clientela más apetecible y más fácil de echarse a la bolsa para quienes han hecho de esta práctica algo tan común como beber agua. Contender por un cargo público en estas condiciones demanda carácter, fuerza de espíritu, inmunizarse contra el pesimismo, tener fascinación por la política y creer con alma, corazón y vida que semejante realidad puede cambiar. Y esto se lo comparto, estimado, estimada leyente porque es mi caso en lo particular. El piso es absolutamente disparejo en una entidad federativa como Coahuila, porque compite usted contra el reparto indiscriminado de despensas, de cartones de huevo, de dinero en efectivo, de manipulación de programas asistencialistas con los que se amenaza desparecerán sino se vota por el partido de siempre y ahora también se lidia con la versión número dos que viene por sus reales a la entidad. Y si a esto le suma las complicidades derivadas de enormes intereses ($$$$$) que hay que “salvaguardar”, y la más despreciable de todas estas lacras, que es la indiferencia, pues cualquiera avienta el arma, como se dice coloquialmente.
Nuestra democracia está muy enferma, le falta el nutriente número uno, que es la participación ciudadana. Esto se cura con educación cívica, porque es la única que moviliza las conciencias, que da fuerza a las ideas, que te brinda los instrumentos para pasar de la inmovilidad del mirón de palo, a sujeto activo, a protagonista de tu historia. Cuando esto sucede inicias una metamorfosis que te permite distinguir con claridad meridiana tu valía, tu dignísima condición de persona y tu investidura ciudadana, y ya no le permites a sinvergüenzas y embaucadores profesionales ni que et tomen el pelo, ni que lleguen a ningún cargo público. Hoy que estoy tocando puertas solicitando el voto, me he ido encontrando con personas que ya están en esta etapa y esto me alienta para seguir adelante, y ya son número grande, tan grande que este 6 de junio van a vencer la ordinariez que ha imperado por décadas en Coahuila. Por lo que escucho, el voto será para personas. Y espero que los partidos políticos, y yo pertenezco a uno, hagamos una reflexión a fondo y entendamos que hay una ley inexorable ante la que te debes de cuadrar: “Renovarse o morir”.
La compra de votos a los más pobres, la complicidad y la indiferencia, lo único que generan son gobiernos ineficaces, plagados de corrupción y de impunidad. No me diga que usted no está harto, harta, de tanta podredumbre. No elija con emociones, por favor, discierna y sufrague con la cabeza fría. La elección de legisladores para integrar la Cámara de Diputados es asunto de vida para México. De su voto depende redireccionar al país o llevarlo hacia el absolutismo perverso de una dictadura. Ya tuvimos dos en el pasado y sus frutos fueron muy amargos. Y a ver si la autoridad castiga a los responsables del reparto grosero y desvergonzado de huevos, despensas y todo el largo etcétera de prebendas que circula a lo largo y ancho de Coahuila… Y en la noche del sábado 5 de junio va a arreciar…Ya basta de complicidades.
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