Usos y costumbre partidistas

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Si en comunidades de distintos estados del país, existen usos y costumbres que les dan un rasgo distintivo y que los diferencian de otros pueblos, los partidos políticos mexicanos no pueden ser excepción, ya que cada formación ha establecido este tipo de prácticas que también los caracterizan respecto de sus demás adversarios, aunque este tipo de cosas en ocasiones no es para presumir.

Usos partidistas

Podemos afirmar que cada organismo partidista cuenta con usos y costumbres que vienen de años atrás, unas veces por la influencia que sus fundadores tuvieron en tanto que otras se debe a que así han aprendido con el paso del tiempo, sobre todo si de arreglar sus diferencias se refiere.

 

         Quizá de las más conocidas es la costumbre priísta a supeditarse a todas las decisiones del Presidente de la República –si es militante tricolor, claro está–, el primer priísta del país como ellos mismos lo consideran, lo que puede llevar a algunos problemas como sucede en la actualidad.

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         Otro de los usos y costumbres del PRI tiene que ver con la manera en que se concibe el ejercicio público, más lejano de la vocación de servicio y más cercano a la utilización del Poder para beneficio de un grupo.

         Lo malo, en este caso, es que tanto estas como otras costumbres tricolores se han venido copiando en otros partidos, sin que exista una queja por plagio o por violar los derechos de autor de este tipo de prácticas.

         En el caso del PRD, dentro de sus usos y costumbres tenemos como primera y, quizá, más llamativa que los militantes que quieran formar parte del sol azteca se tienen que adherir a una tribu –expresiones le llaman en sus documentos–, si es que quieren formar parte de la toma de decisiones. Esta forma de organizarse ha sido característica de dicho partido, lo cual ha provocado que al no ponerse de acuerdo las negociaciones se vuelvan más complejas, por lo que los acuerdos son noticia precisamente por lo escaso que se presentan.

         En el terreno blanquiazul, entre sus usos y costumbres tenemos la propensión a citar frases de algunos de sus fundadores en cada discurso que le toca pronunciar a un dirigente, sea nacional, estatal o municipal. El repertorio de palabras de los primeros panistas, aunque agotado por la sobre explotación, sigue siendo utilizado como si algún manual invisible obligara a los panistas a recurrir a este recurso. Que sigan o practiquen las palabras que antes mencionaron es harina de otro costal, pues de lo que se trata es salir bien en las notas o comentarios que surjan luego de terminada la ceremonia.

         Otra costumbre panista, es buscar acomodo con el liderazgo que tenga más fuerza en el momento de saltar, por lo que los que fueron calderonistas hace unos años, luego se convirtieron en maderistas y ahora son anayistas, pues de lo que se trata es de estar cerca para ser considerados en las posibles candidaturas que se den.

         Así, tenemos a personajes –aunque se enoje Juan José Rodríguez Prats– que antes criticaban furibundamente a, por ejemplo, Gustavo Madero porque el ahora diputado apoyó en su momento a Marko Cortés, pero que ahora defienden a capa y espada a Ricardo Anaya, sin importar que Cortés fue nombrado coordinador de los diputados federales azules por el actual presidente panista. Lo importante es buscar acomodo.

         En el Verde, la costumbre es buscar como darle la vuelta a las limitaciones que el marco legal impone a los partidos, en particular si se trata de una campaña electoral, pues lo que importa es mantener ese porcentaje de la votación para seguir disfrutando de las prerrogativas oficiales. También una costumbre en este instituto político es recibir multas por este tipo de acciones, pero para eso están las prerrogativas.

         Otros usos y costumbres que podemos encontrar en los partidos chicos, tienen que ver con mantenerse en franjas de votación por encima del 3% para seguir en el presupuesto, por lo que no se verá que estos organismos desarrollen campañas para acercarse a la ciudadanía, establecer mesas de debate o análisis, difundir más sus propuestas o tratar de involucrarse con la comunidad en épocas no electorales. La comodidad que da un porcentaje que permite presupuesto y legisladores les hace que se acostumbren a nadar de a muertito y no esforzarse de más.

         También se puede encontrar la costumbre a no cumplir con las obligaciones que marca la ley para los partidos, por lo que las publicaciones –informativas o ideológicas– se hacen muy a la manera católica: cada que Dios quiere, por lo que este tipo de revistas sólo sirven para que algunos militantes tengan un foro para presumir sus textos o para que familiares de algún dirigente –como en el PAN– tengan trabajo, y no para que la ciudadanía conozca las ideas, posicionamientos y propuestas del instituto político respecto a temas nacionales.

         Que la difusión de este tipo de publicaciones sea más parecido a la clandestinidad que a una vinculación con la ciudadanía, nos da idea de cómo se acostumbra lidiar con este tema en los partidos.

         Si el lector encuentra otros usos y costumbres de los partidos, sus comentarios son bienvenidos.

Del tintero

Se fue Arne aus den Ruthen de la delegación Miguel Hidalgo, aunque amenaza con regresar. Para quienes no lo conocen, se puede tratar de una injusticia, pero si se revisa lo que hizo como jefe delegacional en su oportunidad se encontrara algunas semejanzas con lo que he hecho recientemente. Aquí aplica aquello de que lo compre quien no lo conoce.

 

Twitter: @AReyesVigueras


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