En Otro Canal. Manipulación y censura: la otra cara de la guerra

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“La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”, dijo el senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, en plena Primera Guerra Mundial. Desde entonces, dichas palabras son recordadas en cada conflicto bélico y, en especial en nuestros días, por lo que está sucediendo en Ucrania.

A las balas, misiles, aviones, drones y vehículos blindados, se les unen sofisticadas formas de manipulación de la información, a la vez que se ejercen sutiles –y no tan sutiles— formas de censura.

Pero se trata de algo que es común para todos los bandos en disputa.

Una nota de Europa Press da cuenta de que “la autoridad de supervisión de los medios de comunicación de Rusia, Roskomnadzor, ha difundido una nota en la que alerta de que ningún medio podrá difundir la entrevista realizada por varios periodistas rusos independientes al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski”.

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Dicha conversación fue publicada, no obstante la restricción, por el propio Zelenski en su canal de Telegram, destacando el hecho de que “Rusia debe conocer la verdad. Los periodistas rusos del canal de YouTube de Zigar, TV Rain, el portal Meduza y de ‘Kommersant’ y ‘Novaya Gazeta’ han obtenido respuesta a todas sus preguntas”.

Asimismo, la citada agencia informativa informa que “la autoridad de supervisión de los medios de comunicación de Rusia, Roskomnadzor, ha suspendido el acceso al portal del periódico alemán ‘Bild’ y a la web del periodista Alexander Nevzorov.

“A partir de ahora no se permite el acceso a www.bild.de ni a nevzorov.tv desde el territorio de la Federación Rusa como consecuencia de una petición de la Fiscalía fechada el 26 de marzo, informa la agencia de noticias rusa Interfax”.

En contraste, la plataforma de contenidos Redfish acusa que han sufrido de censura de parte del mundo occidental, “desde la invasión rusa, las medidas de censura a las que hemos sido sometidos han llegado a niveles extremos. En YouTube estamos prohibidos a nivel mundial y en Facebook e Instagram nuestras cuentas están bloqueadas en la Unión Europea, Estados Unidos y el Reino Unido. No hemos recibido ninguna explicación de por qué hemos sido prohibidos/restringidos, ni nos han permitido apelar la decisión”, explica en entrevista con La Jornada el cofundador y director de la empresa Hüseyin Dogru.

“La afirmación de que estamos controlados por el Kremlin es, por un lado, una difamación sin fundamento alguno. Y, por otro, un pretexto útil para reprimir nuestra labor crítica”, completa en el intercambio con dicho diario.

En tanto en Rusia “varios portales de noticias han sido censurados a petición de la Fiscalía General amparada en una nueva ley de prensa que prevé penas de hasta 15 años de cárcel por expresarse en contra de la guerra”, de acuerdo a Europa Press, en Europa se ha prohibido la difusión de los despachos de la agencia rusa Sputnik y del canal de televisión Russia Today (RT), bajo el argumento de que son instrumentos de propaganda del gobierno de Vladimir Putin.

Es claro que no se trata de tomar partido por alguno de los bandos, ni de intentar justificar las acciones que se han tomado en los ejemplos que hemos citado en el presente texto, sino de resaltar los hechos que están provocando que los actores en el actual conflicto bélico –como otros en ocasiones anteriores— actúan de la misma manera motivados por intereses similares.

A esto debemos sumar la manera en que se difunde información con el claro objetivo de confundir, desmoralizar a los adversarios o de difundir mentiras que afectan a una de las partes.

Así, las acusaciones de bombardeos o masacres en contra de civiles de parte del ejército ucraniano o del ruso, han estado presentes en los meses que llevamos del conflicto.

Las redes sociales han sido instrumentos privilegiados para este tipo de tareas, en parte por su alcance y, también, por la manera en que han sustituido a los medios de comunicación tradicionales como fuentes primarias de información para el ciudadano común y corriente.

Por lo anterior, no es raro leer historias de héroes de alguno de los bandos para reforzar la moral de los combatientes, a la vez que se da cuenta de las atrocidades que cometen los enemigos. Esto ha llegado a tal grado que se utilizan imágenes de videojuegos para tratar de presentar derribos de cazas de uno u otro bando, algo en lo que incluso periodistas han caído reproduciendo dichos contenidos.

Las agencias de noticias que se han dado a la labor de verificar la información que se da a conocer en el contexto del conflicto ucraniano, han trabajado horas extra para aclarar buena parte de las noticias que se difunden en medios y redes sociales, aunque la velocidad de creación y transmisión dicha información sea cada vez más rápido, no así la que se emplea en comprobar si es cierto o no el dato que se está tratando de verificar.

Y es que también es una labor ingrata, porque por mucho que se den a conocer los detalles que exhiben la manipulación o falsedad de alguna información, la labor de seguidores de uno de los bandos –actuando como verdaderos fanáticos— entorpece la labor de verificación y de difusión de noticias que están apegadas a la verdad.

Ahora se puede actualizar la frase de Hiram Johnson, pues entre las primeras víctimas de la guerra no sólo está la verdad, sino en muchas ocasiones también la inteligencia.


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