En Otro Canal: La violencia como recurso

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Lo sucedido en el estadio La Corregidora no es casual. Como sociedad llevamos años fomentando el uso de la violencia como un recurso para resolver cualquier diferendo que se nos presente. Lo vemos a diario, prácticamente en cualquier ámbito y a cualquier hora, pero poco se hace para evitar esto.

El recurso favorito

Como sociedad, nos sobra violencia y nos hace falta más reflexión acerca de porque la usamos para resolver nuestras diferencias. Lo sucedido en el estadio Corregidora de Querétaro es un simple botón de muestra de hasta que punto la violencia se ha convertido en el recurso favorito de muchos de nosotros para expresar inconformidad o para rechazar algo.

Esto es apreciable en las recientes acciones de este tipo que hemos podido ver en reuniones partidistas, en las cuales los inconformes con las designaciones de candidatos arremeten contra los dirigentes de los institutos políticos.

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Lo vemos en las campañas, en las cuales el discurso presenta a los adversarios de otros partidos como a un enemigo que hay que destruir, por lo que se han dado peleas entre militantes de bandos contrarios, que muchas veces llegan a hechos lamentables, pero que no importa a candidatos o dirigentes porque son los primeros en fomentar con sus palabras este tipo de comportamientos.

El tema político se ha convertido en un buen ejemplo de como la violencia ha invadido la vida de las personas, pues son muchas las anécdotas de quienes han perdido amistades o  han tenido fuertes discusiones en encuentros familiares por algún asunto relacionado con esto, como si defender a un político o causa fuera más importante que nuestros familiares o amigos.

También lo vemos en las calles, pues ante muchas de las decisiones que se toman por parte de gobernantes, los ciudadanos recurren a acciones violentas para mostrar que no están de acuerdo con eso, al igual que muchos grupos que, ante la falta de acciones de la autoridad, no tienen otro camino que destruir mobiliario urbano o dañar instalaciones oficiales, y de paso a los policías, para hacer pública su posición.

Y qué de grupos del crimen organizado que no tienen una mejor forma de realizar sus actividades que, a través de la violencia, algo que de tan cotidiano empieza a ser imitado por muchas personas que, sin pertenecer a algún cártel, buscan conseguir dinero también por medio de este recurso.

Ni que decir de los espacios legislativos, en muchos de los cuales hemos visto como los debates acaban con insultos, golpes, tomas de tribuna en donde se quita por la fuerza al orador en turno y todo acaba en gritos y empujones.

Tan somos una sociedad violenta, que muchos incidentes de tránsito concluyen en golpes, amenazas e, incluso, en el uso de armas de fuego.

También hay que recordar que, en esta época de pandemia, con el encierro forzado, la violencia doméstica –en la casa, que en teoría debería ser el lugar más seguro— se ha incrementado de forma dramática y continúa.

Las redes sociales no se salvan de esta tendencia, así una opinión o información que un usuario publica puede generar una reacción violenta de otros usuarios que, en muchas ocasiones, no leyeron el texto completo, pero no se resisten a amenazar o insultar al autor, muchas veces porque no tienen otra forma de expresarse.

Somos una sociedad violenta y cada día lo demostramos, en cualquier lugar y en cualquier momento, la pregunta que nos debemos hacer es si queremos que esto siga o queremos cambiar para dejar de ser un país peligroso para nosotros mismos o si de plano nos damos por vencidos y en lugar de Constitución empezamos a hablar de la Ley de la Selva.

Y hay que preguntarnos que hacemos como sociedad para evitar que esto siga creciendo.

Si seguimos, desde las palabras que usamos, fomentando el uso de la violencia como un recurso para obtener algo, no nos deberá sorprender que sigamos teniendo episodios tan lamentables como el que se vio en Querétaro.

Qué esto beneficia a alguien o es una cortina de humo para ocultar algo más, es parte de un juego en el que algunos tratan de justificar la violencia porque no les dejaron más camino que éste, a lo que también deberíamos preguntar si esto es realidad y si no estamos ante una confesión de que no podemos cambiar, en parte porque nos gusta y en parte porque no sabemos otra manera de encontrar soluciones a los problemas que enfrentamos.


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