Como anticipamos en este espacio, Xóchitl Gálvez ha alcanzado a la candidata del oficialismo corrupto, y comienza el desplome acelerado de Sheinbaum.
No se trata de ciencia ficción ni de encuestas manipuladas, sino del resultado de la soberbia desenfrenada del presidente de la República, quien creyó que podía tratar como tontos a los ciudadanos que lo eligieron. Pensó que colocar como gobernadores a individuos ineptos y casi mentalmente retardados le facilitaría gobernar un país como México.
Este es el resultado de la megalomanía presidencial, que supuso que personajes nefastos como Cuitláhuac García o Cuauhtémoc Blanco pasarían desapercibidos para la población, y que solo verían al presidente de México.
Hoy, la estulticia presidencial está cosechando sus frutos.
En la Ciudad de México, Veracruz, Jalisco y Puebla, que son cuatro de los cinco estados más poblados del país (el otro es el Estado de México), y por lo tanto, los que más peso electoral tienen, el partido que gane tres de estos estados prácticamente asegura la elección. Por lo que se sabe, Morena ya perdió la Ciudad de México y Veracruz, y Puebla está muy cerca de que la oposición la gane.
Esto significa que cuatro de los estados más poblados del país ya se han definido y votarán por la oposición.
Los estados de Morelos, Yucatán y Guanajuato también se inclinan hacia el lado de la oposición. Morelos debido a la estulticia de su gobernador actual, y los otros dos porque ya son parte de la oposición.
Chiapas y Tabasco, con sus escándalos de corrupción e inseguridad, se encuentran sumidos en el caos, y aún no se puede determinar claramente de qué lado se pondrán las mayorías ciudadanas.
Tamaulipas, Zacatecas, Durango, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, Campeche, San Luis Potosí, Sonora, Nayarit y Colima están perdidos para el gobierno y su partido Morena. Ya no tienen forma de vender falsas esperanzas y promesas a los ciudadanos para sacarlos del infierno en el que Obrador los metió con sus políticas absurdas.
La realidad está dando duros golpes al presidente y sus títeres, mientras que Xóchitl crece día a día.
Lo que se siembra se cosecha, y ahora le toca al presidente cosechar el odio que sembró y pasar a la historia como el presidente más corrupto y sanguinario que haya existido en México.
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