Programas escuela-industria, en México

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Las secretarías del Trabajo y de Economía deben sumarse activamente al esfuerzo. México está atrasado en esta materia y no hay que perder más tiempo.

El 50% de los egresados de la educación media superior reconoce que las competencias que obtuvieron no les sirvieron de mucho. Una de las formas de resolver este problema es la de mejorar la vinculación de ese aprendizaje con los requerimientos de la sociedad. En términos laborales, se trata de articular la formación que se da en el aula con el mercado de trabajo.

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El subsecretario de Educación Media Superior, Rodolfo Tuirán, ha mencionado en estos días que los programas de educación media superior, que actualmente implementa la SEP, ya incluyen el sistema de escuela-industria, conocido desde los años cincuenta en Alemania como sistema dual y que ha sido replicado en muchos países.

En Alemania más de 1.4 millones de aprendices realizan parte de su formación en empresas. El desempleo juvenil en Alemania es el más bajo de la Unión Europea. 80% de los jóvenes se quedan en una de las 480,000 empresas en que se han entrenado, la mayor parte de éstas son pequeñas y medianas.

En nuestro país, por el contrario, alrededor de ocho millones de jóvenes ni estudian ni trabajan y la oferta de carreras como la de abogados, economistas y contadores excede, con mucho, la de las carreras tecnológicas que el país necesita. Un tercio de las empresas mexicanas tiene dificultad para cubrir sus requisitos.

Los programas duales en México se aplican tanto para regiones de poca oferta educativa con población marginada, como para sectores de alta concentración urbana, enlazando el potencial laboral local con la demanda real de especialidades. Parte de la formación se da en el aula y parte en el espacio de trabajo.

Los programas duales son apoyados por la Coparmex, que el año pasado anunció su programa Triple Hélice en combinación con la SEP, instituciones de educación media superior y empresas privadas. Desde entonces, se han creado más de mil espacios educativos funcionando en 50 planteles de Conalep, y 155 empresas en once estados, en especialidades como la automotriz, aeroespacial y manufacturas.

La Universidad Tecnológica del Valle de Chalco, fundada en 2007, es un buen ejemplo de la respuesta que hay que dar a la carencia de cuadros técnicos que requiere el desarrollo económico regional. Esa institución está entrenando a más de 500 alumnos en especialidades técnicas, que la propia comunidad le ha pedido, como son, por ejemplo, mantenimiento industrial, mecatrónica, procesos de producción, administración de autotransporte, logística y tecnologías de información y comunicación.

Los cursos ahí son de dos años. El 30% de la enseñanza es teórico mientras que el 70% se hace en empresas que se han inscrito en el programa para preparar a los alumnos en la práctica real de sus conocimientos antes de recibir su certificado de estudios.

El esquema escuela-industria no ha crecido lo suficiente, pese a los esfuerzos de la SEP, la Coparmex y el Conalep u organismos privados como Comexa y Altratec. Un mayor apoyo del sector empresarial es urgente como también lo es el de las centrales obreras. Las secretarías del Trabajo y de Economía deben sumarse activamente al esfuerzo. México está atrasado en esta materia y no hay que perder más tiempo para ponernos al corriente.

Por muchas razones, es urgente convertir la disponibilidad que tiene México de mano de obra en fuerza económica efectiva. Por una parte, el bono demográfico de nuestra población predominantemente joven no es eterno.

Sólo con educación romperemos las brechas de inequidad que subsisten en la sociedad. De no atender el problema,  así lo previene el subsecretario Tuirán, se agudizará la tendencia hacia ser un país más viejo en donde las clases medias y altas se previlegiarán con educación media y superior mientras que los segmentos populares, de menores ingresos, se estancarán en niveles de escolaridad de primaria y secundaria.


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