La Cumbre de las Américas

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A pocos días de realizarse la anunciada Cumbre de las Américas, van apareciendo detalles que valen la pena comentar. En primer lugar, la declaración del presidente Biden de que su invitación no contemplaba hacerla a tres países: Venezuela, Nicaragua y Cuba, por no ser democracias, fue particularmente desafortunada, dado el propósito del propio evento. Al excluir a países de izquierda, la Cumbre redujo su alcance a sólo a los países que conducen su política interna conforme al modelo empresarial que Estados Unidos aprueba. Mal comienzo.

El evento que la semana entrante se celebra, ahora se realiza en escenarios regionales y mundiales llenos de contrastes e inseguridades. Todavía hay heridos por los efectos de la pandemia. La invitación a la Cumbre es para discutir y planear programas de acción en temas de inaplazable interés. Ello supone que habría de asistir el máximo número de países latinoamericanos.

En lugar de lo anterior, contradiciendo la urgencia de atender asuntos como son la violencia, el hambre, la enfermedad, migración, los términos en que se reparten las invitaciones abren de par en par sus puertas a las diferencias ideológicas que separan a los países del Continente americano.

El presidente Biden, urgido de escenificar un evento de amplia difusión, leyó mal el momento. La función de su país es la de aportar su vasto potencial técnico, económico y financiero para tranquilizar el confuso y peligroso escenario actual, donde su rivalidad con China y su clara animadversión hacia Rusia, propalan temor y ansiedad de todo el mundo.

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El innecesario conflicto ideológico que el presidente norteamericano plantea en su discriminatoria invitación, exhibe su ignorancia en asuntos latinoamericanos. Al trasladar los problemas socioeconómicos al terreno ideológico, las hace más difíciles de solucionar destruyó las posibildades de acciones continentales.

Por su parte, las declaraciones del presidente mexicano censurando la exclusión de países de izquierda y acentuaron las intenciones de algunos países de izquierda algunos de cuyos presidentes no pueden entrar a Estados Unidos por tener ahí cuentas pendientes con la justicia.

El trato socarrón con que el presidente López Obrador ha tratado las opciones de asistir o no al evento, gustó a sus adeptos de MORENA, pero no aportó mucho al prestigio de los países de izquierda no invitados a la Cumbre.

Llama la atención las inconsistencias de AMLO para marcar sus diferencias con Estados Unidos. Los frecuentes ataques a intereses norteamericanos haciendo a un lado los compromisos de México como socio del TEC-MEC, no concuerda con las realidades de sus repetidas comunicaciones e incluso encuentros personales con altos funcionarios, empresarios norteamericanos y telefónico con el propio presidente Biden. El ejemplo de la reciente visita de John Kerry, encargado de asuntos climáticos asi como y el compromiso de México de Las participar activamente en el próximo Foro en esa materia a celebrarse en este mes confirman lo inevitable de una relación de trabajo entre nuestros paises.

Mientras López Obrador busca un arregloscon Estados Unidos en materia de trato a migrantes y alienta un acuerdo estable para trabajadores, y pide adosar sus programas sociales a los financiamientos ofrecidos por ese país se jacta de su amistad con los regímenes dictatoriales de los países latinoamericanos con los que se congracia a la manera del viejo PRI al que perteneció. Deja que oscile la duda de asistir o no a la Cumbre. Juega al gato Maula, aquel del tango argentino, cuando confiesa que es muy fácil llegar a Tijuana, nada lejos de Los Ángeles, a donde en una de esas quizás irá en estos días.

Tanto el presidente Biden como su equipo más cercano están absortos con los problemas de Ucrania y, a nivel doméstico, con las rachas de violencia, y venta indiscriminada de armas, junto al asedio de un partido republicano cada vez más prepotente y mordaz a medida que se acercan elecciones. Se explica la razón de escoger Los Ángeles para realizar la Cumbre. Esa es la segunda ciudad hispanoparlante del mundo, y firme bastión del partido demócrata.

Antes de conocer los resultados de la Cumbre de las Américas ya es claro que a ambos mandatarios se les aguaron sus intenciones. A Biden le falla hacer del evento un escaparate para un sólido respaldo latinoamericano a sus políticas y su intención hegemonía internacional. A López Obrador el que muchos países sí asistirán a la Cumbre pese al lobbying que hizo para disuadirlos de asistir.  En último término el respaldo que AMLO ofrece a sus congéneres de la izquierda latinoamericana queda se debilita cada vez más al saberse de la frecuente comunicación que ambos presidentes mantienen por presiones más apremiantes, por ahora, que ideologías.

La Cumbre desde ahora pasará desapercibida, sin pena ni gloria.


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