Justificaciones innecesarias

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Resulta curioso que a estas alturas de la vida política, políticos traten de resolver crisis con justificaciones, lo cual no solamente los enreda más, sino que termina por quitarles credibilidad en cuanto intentan la sinceridad. Los eventos inesperados exigen del político más de lo normal. Querer enfrentar asuntos extraordinarios con formas cotidianas simplemente agrava los problemas.

Guerrero ha mostrado también la crisis por la que atraviesan los partidos políticos. Están estancados ideológicamente, no tienen resortes y solamente saben ver hacia sí mismos. Por eso la reacción de Navarrete. En lugar de admitir en un inicio las pifias de Aguirre como gobernante, decidió compararlos con gobernadores priistas . Es decir, tenemos un cochinero, pero los demás también, así que nadie nos puede señalar.

El manejo de la crisis en Guerrero por parte del PRD ha sido un desastre. A casi un mes de los sucesos, anuncian que solicitarán a Aguirre que pida licencia. Aguirre se les adelanta un par de horas. Una competencia de pifias. Las justificaciones, las explicaciones son cada día peores. Cuando se trata de actuar con un poco de dignidad y sentido común, no se encuesta nada, se decide y punto. Pero la dignidad y el decoro es algo que poco tiene que ver con nuestros políticos.

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Navarrete cree que puede culpar a los demás de lo que sucede en su propio partido. En una entrevista con  Denise Maerker, el presidente del PRD le reclamó a la periodista que usara como fuente a René Bejarano. “Ustedes ya no se acuerdan quién es Bejarano”, le alegó el perredista. Con habilidad, Maerker le reviró que quizá los que no se acordaban eran lo propios perredistas que lo tenían en la dirigencia nacional. Así arreglan las cosas en el partido de la izquierda: se hunden solitos.

Pero las justificaciones están en todos lados. El gobierno peñista sigue a la búsqueda de justificaciones. No se entiende para qué. Creo que el esfuerzo de Murillo expresa sinceridad. Es preferible la verdad, aunque sea desalentadora, a la mentira o al silencio. Pero el esfuerzo gubernamental parece estar enfocado en sacudirse la responsabilidad y pasarla a las autoridades locales. No se han dado cuenta que no es posible. Porque estos escándalos tienen zonas poco comprensibles en sus reacciones. Alguien lo expresó en un tuit: Abarca es del PRD, Navarrete es del PRD, Aguirre es del PRD, pero piden la renuncia de Peña.

Por eso llama la atención que uno de los gurús en comunicación del peñismo busque justificaciones y deslindes. José Carreño Carlón es un hombre brillante en su especialidad, quizá de los más, experimentado en las lides de prensa anteriores a la alternancia y, junto con dos o tres panistas, conforma el núcleo radical del salinismo. En un artículo (El Universal 22/10/14) Carreño dice que el caso Ayotzinapa “empaña” los esfuerzos reformistas de esta administración. ¿En serio le parece al gobierno que la desaparición de los 43 “empaña” su trabajo? Si así lo consideran, uno entiende las reacciones del gobierno. Carreño defiende: “La historia a contar no se puede reducir a las responsabilidades de un gobierno que no llega a los dos años de edad”. El tiempo como justificación. Lo sucedido es igual de grave al año o a los cinco. Es un defensa débil. Y bueno, siempre se puede tener otra interpretación de lo dicho. Por ejemplo: lo peor del caso es que apenas llevan dos años en el gobierno. Faltan cuatro.


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