Los pleitos de la semana

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Por: Juan Ignacio Zavala

En los pleitos semanales que son la política pública más consistente de este gobierno, la semana pasada el Presidente escenificó diversos ataques e invitaciones a la gresca con diversos sectores y concluyó con un escándalo por parte de uno de sus hijos. Veamos.

A manera de festejo por el centenario de Luis Echeverría, su alumno aventajado, Andrés Manuel López Obrador, le obsequió con acciones que recuerdan nítidamente aquel gobierno de la sinrazón. Uno de ellos es pelearse con los empresarios de Monterrey. Desde el inicio de su mandato el Presidente ha sido particularmente virulento con el empresario José Antonio Fernández, que dirige la embotelladora Femsa y la cadena Oxxo. El Presidente en persona ha mantenido una campaña de propaganda en contra de los famosos Oxxos al decir que no pagan la luz que deben y que, básicamente, son unos ladrones abusivos. En esta tarea ha contado con el apoyo de, ése sí ladrón abusivo, Manuel Bartlett. Una y otra vez el Presidente ha mencionado a las tiendas como el ejemplo más claro de que la reforma energética sirvió para ayudar a los poderosos y joder a los pobres –cosa que sí va a hacer su pretendida reforma eléctrica–. El Presidente sabe que miente, pero está habituado a hacerlo. El mentiroso profesional se cree sus propias mentiras y las confunde con la realidad. Seguramente cansados de la información negativa que propala el Presidente, los del Oxxo contestaron. No abrieron la famosa segunda caja que siempre está vacía, sino que hicieron un video explicando cuánto pagan de luz, de dónde obtienen la energía y cuánto pagan al gobierno en esta materia. El Presidente enfureció. No le gusta que le contesten. Denunció que “gastaron en publicidad” los del Oxxo para contestarle y retó al señor Fernández a debatir en la mañanera con los de la CFE. Se le va a tratar bien, dijo. Ojalá el señor Fernández no acepte. El país ya sufre bastante con tener a un ocioso perdiendo el tiempo todas las mañanas diciendo disparates como para que ahora los empresarios, que sí generan empleos, se presten a hacerle de patiños en esa especie de programa cómico-político que son las mañaneras. Pero ojalá se sigan defendiendo, porque a este Presidente, en su vocación de pendencia, no le importa demoler personas, empresas, instituciones.

El Presidente también le entró en contra de los estudiantes –tal y como lo hizo Echeverría con los jóvenes de la UNAM, a los que acusó de ser agentes de la CIA– del CIDE. Acusó a esa institución de ser una escuela “de segunda”, una suerte de mala copia del ITAM. El Presidente quiere acabar con el CIDE como quiere acabar con cualquier asunto que huela a inteligencia, libertad e independencia. Le irrita el conocimiento, que alguien sepa más que él –lo que no es difícil–, y se siente amenazado con el ejercicio de las libertades. Los estudiantes también están dando la batalla contra las agresiones presidenciales.

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El ambiente de odio que ha sembrado el Presidente con sus agresiones matutinas ha llegado a su familia, concretamente a uno de sus hijos, José Ramón, que vive en Estados Unidos con su señora esposa que trabaja para una empresa que tiene contratos millonarios con Pemex. ¿Es delito ser inútil? No. ¿Es delito ser mantenido? No. ¿Es delito ser tonto? Tampoco. ¿Los hijos tienen que vivir como lo hacen los papás? No. Y el Presidente no es responsable de lo que haga o deje de hacer un haragán de 40 años. Seguramente ha de ser un drama ser hijo de un puritano que te escatima hasta los zapatos. Que un hijo decida hacer lo contrario del papá es de lo más normal. Lo que se debe aclarar es el potencial conflicto de intereses que hay con la familia del avecindado en Houston. Por lo demás, es claro que el papá fracasó en casa con sus loas a la pobreza. A la mejor por eso la emprende contra los ciudadanos lanzando sus sermones morales que no funcionaron en el hogar.


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