Cortinas de humo

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Por: Juan Ignacio Zavala

Las cortinas de humo son una de las formas que tienen los gobiernos y los líderes para tratar de tapar un escándalo. Esto funcionaba muy bien en los años previos a la vida digital. Peor aun con las redes sociales. La velocidad de los escándalos no puede ser controlada por las autoridades; las vías de escape de la información, tampoco. La popularidad, por ejemplo, sirve para hacer múltiples cortinas de humo. El líder popular apuesta parte de su capital político a cambiar los temas, poner otros, aunque no sean favorables, simplemente que le afecten menos que el escándalo en cuestión.

La casa gris es el escándalo del sexenio –por lo menos hasta el momento– y el Presidente lleva semanas tratando de meter su capital político en cortinas de humo que le sean útiles, pero no le funciona. Se ha metido duro con los periodistas, incluso con algunos que parecían proclives a su proyecto. No le ha importado quemar esas naves, pues se trata de sacar a su hijo del naufragio. Si el Presidente estaba furioso hace un par de semanas, ahora ya simplemente delira. Ha dado paso a las amenazas abiertas. La publicación de los supuestos ingresos de Loret fue una muestra pública de lo que piensa hacer con sus críticos y enemigos: exhibirlos en su vida personal. Por supuesto, es algo tan peligroso que él mismo ha dado marcha atrás y ahora dice que son ciudadanos los que le hacen llegar la información, algo que nadie le cree. Es un hombre de excesos; tan lo es, que hace de sus conferencias de prensa verdaderos espectáculos de decadencia política.

Ahora bien ¿le han funcionado las cortinas de humo sobre los periodistas y sus ingresos al Presidente? No. El tema de la vida de su hijo en Estados Unidos no deja de ser asunto principal en las redes sociales y en los medios de comunicación. La escalada presidencial contra los periodistas ha servido para que en otros países se hable del tema. Las respuestas de la señora Carolyn –que al parecer tiene dinero y las computadoras y los contratos, porque es la que ha puesto la cara para contestar, dada la inutilidad manifiesta de su consorte– no han despejado ninguna duda y han ahondado varias. El escándalo entró por las puertas de Palacio y no parece que tenga muchas ganas de salir.

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Ahora bien, ¿esto ha sido un golpe a la popularidad del Presidente? Sinceramente no lo creo. No han salido mediciones al respecto, pero el aspecto de la honestidad del Presidente siempre ha tenido una especie de blindaje. Eso nada más en lo referente a su persona. Es posible que, para la gente, el hijo sí haya incurrido en actos indebidos y que no tenga una buena fama pública. También es posible que eso dañe la credibilidad del Presidente en lo que se refiere a su combate contra la corrupción. Todo esto, además, de un evidente desgaste de la figura presidencial cuando se pongan su gobierno y sus dichos en la balanza.

El Presidente podrá seguir desplegando sus cortinas de humo en diversos temas –lo que sucede con la actividad del crimen en el país es verdaderamente alarmante–, pero cada vez tendrán menor efecto con los escándalos y las situaciones fuera de control. Quizá no lo afecten en su popularidad, pero es evidente que ya no será, en el registro de los años, el Presidente que pensó que iba a ser. Al final, el humo se disipa y veremos lo que quedó.


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