Los cambios de Mancera

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La estrategia de cambios en el gabinete de Miguel Mancera fue vista de manera positiva. El tema de la “evaluación” resultó una ocurrencia, una vacilada de la cual el jefe de Gobierno ni siquiera pudo rendir cuentas. A nadie pareció importarle la farsa de la evaluación del equipo. ¿Qué fue lo que evaluó? ¿Cuáles fueron los parámetros? ¿Se evaluaron programas y proyectos? ¿Acciones, equipo, imagen pública, desempeño laboral, capacidad política, conocimiento de su dependencia, grado de avance de los proyectos iniciales? Nada sabemos porque de ser así, ¿cuáles fueron los indicadores para mover a Héctor Serrano de la Secretaría de Gobierno —la más importante políticamente— a la Secretaría de Movilidad? Lo único que hay es la movilidad política por parte de Serrano.

Hay gratas sorpresas que son mujeres (y no me refiero a Amalia García, personaje chuchesco que ha hecho demasiado por empequeñecer su figura con gran éxito). La primera es el nombramiento de Patricia Mercado como secretaria de Gobierno. Fue un acierto designar a una mujer con experiencia y capacidad. De una trayectoria intachable, seria y discreta ha sabido hacer de su carrera un acierto constante, sin estridencias ni desplantes. Con una visión clara de la política, Mercado enfrentará y buscará la gobernabilidad en una de las ciudades más complejas. Por lo pronto, se puede decir que la pluralidad y la sensatez han llegado de la mano de ella a la Secretaría de Gobierno de esta metrópoli.

Otra novedad es la de Alejandra Barrales. Ligada desde hace años a la política capitalina, Barrales ha estado presente de diversas maneras en nuestra vida pública. Si bien es perredista, no parece ser proclive a la gritería y la vulgaridad propia de ese partido. Hay dependencias en las que el oficio político se requiere para poder implementar los avances tecnológicos y los planes propuestos. En ocasiones los despachos de educación requieren de esos perfiles y creo que Barrales lo llena. De cualquier forma dejó la comodidad esnob del Senado para entrar de lleno en la política cotidiana de la calle.

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Laura Ballesteros, después de su desafortunado paso por tres partidos en unos cuantos meses (PAN, PRI y PVEM), finalmente es nombrada en el tema que domina y del que, paradójicamente, no se debe mover: la movilidad citadina. Es un nombramiento técnicamente impecable.

Los nombramientos de estas mujeres son una respuesta acertada a los liderazgos de mujeres en otros partidos, en la capital concretamente al de Xóchitl Gálvez, y ya veremos su destreza para brincar a lo nacional. Por lo pronto cabe desearles buena suerte y aceptar que los nombramientos ponen, solamente en ese sentido, al gobierno de Mancera a la vanguardia.


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