Los Jóvenes Universitarios y la Política

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De “los Siete Sabios”, al Siglo XXI

La Campaña de Aznar y la Lucha del 68

Ahora que comienza la renovación de las dirigencias partidistas y, posterior al proceso electoral intermedio, por cierto plagado de cochambre, igual que en Chiapas, aunado a una actual administración llena de escándalos y completamente deteriorada en su imagen, que ha puesto a nuestro país por los suelos en el exterior, aquello que tanto criticaban de los anteriores, no solo lo volvieron realidad sino que, además, fue exponencialmente superado, me produce una visión optimista, que volteen la mirada hacia los universitarios.

Así comenzó Manuel Gómez Morín en aquel equipo denominado: “los siete sabios”, quienes se hicieron famosos por sus talentos. Algunos sobresalieron por sus luchas cívicas, en momentos difíciles, con seguridad igual o peor de las que ahora enfrentamos.

Recuerdo, además, la campaña de Aznar -en España-, con multitudes de jóvenes que bajo la frase de “¡aquí están los jóvenes de Aznar!”, contagiaban y convocaban a la muchedumbre a participar. También vienen a la memoria los episodios, a partir de la época existencialista europea impulsada entre otros por Sartre, provocando movimientos similares en estas tierras. También los movimientos a partir del 68 y, muchos más, que a lo largo de la historia han impulsado verdaderas transformaciones en el mundo.

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Hace algunos meses, me tocó presenciar la marcha, a manera de manifestación, de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, quienes junto con catedráticos y padres de familia, defendían lo que consideraban sus agredidos derechos, en una manifestación que prácticamente abarrotó buena parte del tradicional Paseo de la Reforma.

 

De algo estoy convencido, se requieren jóvenes que estén preparados, de convicciones, con ideología, con madera de líderes -que los hay y muchos-, pero sobre todo, de lucha, de iniciativa, con legítimas aspiraciones, aquellos que tengan la ilusión y el coraje para cambiar las cosas y mejorar al país.

 

Lo lamentable es que, gran parte de ellos ve a la política como sinónimo de corrupción, de prepotencia, de complicidades y de carta para obtener impunidad. El desafío, en consecuencia, es mayúsculo, no solo para convencer a los jóvenes universitarios que tienen ideas nuevas y frescas, ímpetu de colaboración y ganas de participar, sino para que los partidos realmente estemos en condiciones de ser atractivos para ellos: abrirles espacios, darles capacitación y formación, predicar con el ejemplo y formar ciudadanía.

 

El reto se torna interesante, es necesario un cambio generacional en el quehacer político, no únicamente en la integración de las juventudes, sino además en atender, comprender y estar dispuestos a la nueva generación de las ideas, los métodos, las prácticas y todo aquello que proviene de las nuevas épocas, en tanto que seguimos anclados en un pasado que ya no tiene futuro y, hablamos de un futuro donde continuamos con las prácticas superadas del pasado.


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