José Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, anunció hace unos días el acuerdo con el Gobierno Federal de México para que el organismo a su cargo supervise y acompañe las licitaciones y contratos de proyectos importantes en el país, particularmente el del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
Nos parece una decisión oportuna después de que ha quedado en evidencia la opacidad en algunas licitaciones recientes; sin embargo, en el caso concreto del NAICM, un grupo de científicos, geólogos y expertos objetamos la construcción del proyecto en la Zona Federal del Lago de Texcoco (ZFLT). Consideramos que el sitio elegido es incompatible con la construcción del NAICM por el impacto ambiental que genera y porque estos terrenos son indispensables para garantizar mayor seguridad frente a inundaciones y para el abastecimiento futuro de agua de la Ciudad.
Durante varios años se realizaron estudios sobre las consecuencias graves de la desecación del Lago de Texcoco y la sobreexplotación del acuífero, hasta que en 1971 se aprobó, mediante decreto Presidencial, el “Plan Lago de Texcoco” y se delimitó la ZFLT. El Plan consistía en un ambicioso programa de rescate ambiental y de recuperación de lagunas para captación, recreación y regulación de lluvias. Se realizaron acciones muy importantes de reforestación, reparación de suelos salitrosos, construcción de canales y lagunas, y en 1982 se inauguró el “Lago Nabor Carrillo”. Este lago ha replicado las condiciones ancestrales del Lago de Texcoco y ha generado un microclima benéfico para toda la Ciudad. Hoy en día, es un área vital de protección y anidación de 144 especies de aves migratorias.
La ZFLT es por naturaleza inundable y todas las acciones y proyectos desde el Decreto de 1971 se han enfocado a que se cumpla con esta vocación: una zona imprescindible de regulación hidrológica frente a fuertes tormentas. El suelo es de muy mala calidad, altamente salitroso, con una pobre mecánica de suelos debido a un espesor de arcillas hasta de 60 metros, con hundimientos que van de 20 a 40 centímetros por año. Pretender construir en este suelo representa la peor elección.
El NAICM como fue presentado, exactamente sobre estos terrenos y con orientación de las pistas Norte-Sur, elimina para siempre el proyecto de rescate “Plan Lago de Texcoco” y destruye la vocación del Lago Nabor Carrillo como hábitat de aves migratorias; además, deshecha inversiones de miles de millones de pesos en obras hidráulicas de prevención de inundaciones, así como cuantiosos gastos en reforestación y mejora de suelos.
La orientación de pistas, por interferencia de espacios aéreos, obliga al cierre de operaciones del actual aeropuerto con sus dos terminales; también, del aeropuerto militar de Santa Lucía, la principal base aérea militar del país; y por si fuera poco, elimina la posibilidad de uno futuro en Tizayuca. Sin embargo, en distintos documentos de la SCT se demostraba que si la decisión para el NAICM se consideraba en Tizayuca, podrían operar conjuntamente el AICM, Toluca y Santa Lucía.
Desde el punto de vista de desarrollo urbano, el proyecto es aún más preocupante: los planos que se presentaron, lo colocan demasiado cerca y rodeado de áreas urbanizadas de los municipios de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán y Texcoco. La presión de inmobiliarios, desarrolladores y autoridades locales promoverán la urbanización sobre los terrenos agrícolas y ejidales de los municipios de Atenco y Texcoco, en un crecimiento hacia el oriente, que la Ciudad de México ya no puede resistir.
Sr. José Ángel Gurría, estamos profundamente preocupados por una decisión que consideramos equivocada de origen. No objetamos la necesidad de un nuevo aeropuerto, mucho menos apostamos al fracaso de un proyecto de esta magnitud; por el contrario, queremos evitar daños mayores y que antes de que inicien gastos de miles de millones de pesos, se revise a fondo las bases del proyecto.
Una intervención de la OCDE a tiempo, será de gran beneficio para el país, con objeto de corregir las graves fallas que se han cometido por parte de la SCT, en el planteamiento del NAICM.
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