El asalto a los organismos autónomos

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En los países emergentes, al menos en aquellos que tienen un cierto grado de desarrollo político, hay típicamente organismos públicos que son autónomos tanto respecto al poder Ejecutivo como también al Legislativo y al Judicial. Tales entidades son conocidas en nuestro país como los OCA, los órganos constitucionales autónomos. Su peculiar naturaleza, tan sui géneris a primera vista, está ampliamente justificada cuando el Ejecutivo no tiene suficientes contrapesos por parte de los otros dos poderes.

El primer ejemplo lo brindan las fiscalías generales. Su autonomía se justifica en los países donde las investigaciones penales pueden ser manipuladas a favor del Ejecutivo para proteger a miembros del propio Estado. En el caso de nuestro país esto ha sido una constante a lo largo de décadas, de ahí la reciente autonomía de la Fiscalía General de la República. La que, por cierto, ya dio una primera preocupante señal tras su apresurado carpetazo del caso Cienfuegos.

Un segundo ejemplo lo brindan los bancos centrales. Es ya casi una norma en todo el mundo el que los organismos encargados de la política monetaria sean independientes. De otra manera, como ocurría en muchos lados, el Ejecutivo siempre tendría la tentación de financiarse o manipular el ciclo económico a través del banco central. En nuestro país el Banco de México, autónomo desde hace ya un cuarto de siglo, ha mostrado de manera clara su independencia. Aunque hoy se ve amenazado por un posible cambio de ley con el que se le obligaría, de manera tácita, a lavar dinero.

Un tercer ejemplo, indiscutible dada la podredumbre en materia electoral que siempre ha padecido México, es la autonomía del Instituto Nacional Electoral. Un cuarto ejemplo, menos evidente, es el caso del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Desde su creación en los ochenta, este organismo ha sido siempre intachable; es, de hecho, el mejor en su tipo en toda América Latina. Su excelencia técnica no es la única razón de ello, sino también su autonomía. En Argentina, por ejemplo, durante el periodo kirchnerista se llegaron a tergiversar inclusive las cifras de la inflación.

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Aun cuando hay otros OCA que podrían también mencionarse, hay dos en particular que es preciso resaltar, dado que serían las probables presas en el ya anunciado asalto presidencial a los organismos autónomos: el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai).

El Ifetel sería, obviamente, la presa suculenta a servirse en bandeja de plata. El organismo es la autoridad de competencia económica para los sectores de radiodifusión y telecomunicaciones, además de que regula el uso del espectro radioeléctrico. Las dueños de las empresas participantes en ese sector, poderosos en términos económicos y políticos, volverían a ser los invitados de lujo en la mesa de negociación con el poder Ejecutivo.

Por otro lado, el Inai parecería ser una presa menor comparada con la anterior. Pero no hay que olvidar que, dados los ruinosos resultados que ha tenido en sus primeros dos años, a la actual administración no le queda más que presumir de su supuesta honestidad. Una afirmación que puede ser rebatida tanto por los medios de información como por la propia ciudadanía mediante información del Inai.


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