Buenas y malas noticias sobre el cambio climático (3)

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Por: Rafael Morgan

Una buena noticia es que cada vez hay más personas, organizaciones y gobernantes conscientes de la gravedad que representa el cambio global del clima, aunque algunos apenas empiezan a tomar medidas para detener la contaminación del aire, la temperatura general del orbe, la destrucción de bosques y especies animales, así como la contaminación de mares y océanos, lagos, ríos y mantos acuíferos; ahora hay que rogar a Dios porque no sea demasiado tarde, pues la consecuencia final sería la terminación de la vida en este planeta, incluyendo el final de la humanidad.

Lo anterior pareciera exagerado y muy pesimista, pero en los últimos 10 años el proceso degenerativo ha sido mucho mayor que en los 100 años anteriores acercándonos constantemente al punto de no retorno.

Según los geólogos ya ha habido la destrucción total de la vida en este mundo, ocasionada por el fuego por las erupciones volcánicas; por el hielo, en los periodos geológicos con glaciares; también se habla de la caída de grandes meteoros como el que se especula formó el Golfo de México y que terminó con los dinosaurios y si, como dice la Biblia, la vida terminó en agua; actualmente ninguna de esas causas se hace presente para terminar con la vida en este nuestro tiempo, sino que el autor y causante de la catástrofe del final de la humanidad y de la vida es la misma humanidad.

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El hombre (y la mujer, como se exige ahora), con toda su ciencia, sus adelantos tecnológicos, sus conquistas en medicina y en la prolongación de la vida, sus viajes al espacio y sus conocimientos filosóficos, culturales y religiosos, esa misma humanidad está cometiendo suicidio.

Somos nosotros, los humanos con nuestros autos y fábricas, los que estamos contaminando el ambiente con millones de toneladas de CO2, de ozono, metano y otros gases de efecto invernadero.

Porque es la humanidad la que está contaminando los mares y océanos con basura, desperdicios, aceites, plásticos y muchos otros desechos, perjudicando con ello la acción benéfica de los océanos y mares en la captura y eliminación de CO2 del ambiente.

Es toda la industria pesquera que sin sujetarse a las vedas y necesarias restricciones, está contaminando y acabando con especies enteras de la fauna marina.

Somos también nosotros los que estamos acabando con los bosques y la flora en general, talando sin control, quemando el monte en las faldas de los cerros para sembrar de temporal sólo dos o tres años, contaminando con el humo y dejando los cerros en proceso de erosión; y son también los agricultores y ganaderos los que estamos contaminando el suelo con fumigantes, fungicidas, fertilizantes químicos y otras sustancias y todo ello se va hasta los mares, ríos y mantos acuíferos, contaminando los reposorios de agua dulce.

Somos los que causamos o propiciamos los incendios de bosques y montes y los que estamos acabando con muchas especies animales, desde insectos hasta especies mayores ya en peligro de extinción.

Ni siquiera hemos sido capaces de regular y cuidar el agua dulce cuya escasez estamos sufriendo actualmente, pues no ha habido leyes ni gobiernos que exijan el buen uso del agua en la agricultura, la ganadería y el consumo humano. Nada más como muestra, porque los lectores de Noroeste conocen estos datos, el valle de Culiacán cuenta con tres presas cuya capacidad de conservación es de más de 6 millones de metros cúbicos, y cada año, después de las lluvias se almacena más de 4 millones de m3, pues bien, prácticamente la agricultura consume en un año agrícola más de 2 millones de m3 y apenas queda para el siguiente año, pues el sistema de riego “por gravedad” es el que usaban los sumerios, desde hace más de cuatro mil años. La inversión en riego “por aspersión” y más aún, riego “por goteo”, requiere de inversión que nuestros agricultores no tienen y nuestros gobiernos no apoyan para que se adquiera el equipo necesario y no digamos para la siembra intensiva en invernaderos. Esta sí sería una verdadera inversión del presupuesto que ayudaría a los agricultores, a la conservación del agua y a mejorar la producción.

Esta catástrofe ambiental cuyas consecuencias ya se están sufriendo con las sequías, los deshielos de polos y glaciares, la desaparición de especies, el rompimiento de ecosistemas y biodiversidad, las enfermedades contagiosas y las tormentas, calores y fríos desordenados, las está originando la humanidad y sólo la humanidad. La buena noticia es que siendo la humanidad la causa, es también la solución. Esperemos se actúe con decisión y a tiempo.


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