Se publica nuevamente otro Reglamento de Tránsito, después de muchos que ni se han aplicado ni se han respetado. Al revisarlo, se evidencia un documento improvisado, redactado por personas sin experiencia en ingeniería de tránsito y con una serie de “ocurrencias” que en nada van a contribuir a mejorar la movilidad en esta ciudad de tránsito caótico.
No son muchos los cambios respecto al anterior, pero se destaca de manera importante los límites a la velocidad y la incorporación en todas las avenidas de cámaras que aplicarán millones de fotomultas. Una responsabilidad exclusiva de la autoridad, que se ha delegado mediante un contrato de concesión poco transparente a una empresa privada y que promete ser el “gran negocio” del actual gobierno.
Dicha empresa recibirá su contraprestación de acuerdo al número de multas y por lo tanto, es de esperarse que el objetivo fundamental sea incrementar exponencialmente las fotomultas con el único objeto de recaudar lo máximo posible. Esto representa una arbitrariedad.
El jefe de gobierno insiste que el objetivo de este reglamento es “salvar vidas”, pero qué contradictorio resulta que las “otras” cámaras de seguridad, que supuestamente están para la prevención de delitos, no funcionan cuando ocurren los asaltos a mano armada a cientos de automovilistas. ¿Cuántos conductores han muerto por disparo de arma de fuego en asaltos en la vía pública y que no son grabados porque la cámara estaba “fuera de operación”?
Es una incongruencia que se fotografíe al automovilista que cometa alguna infracción, pero que las autoridades no actúen cuando unos pocos bloquean avenidas importantes con la excusa de la “libre manifestación” y generando una grave afectación a la circulación.
Se multa a quien se estacione mal, pero no se hace nada frente a muchísimos puestos ambulantes que además de invadir las aceras, bloquean ilegalmente uno o más carriles de las vialidades, generando graves embotellamientos. Igualmente se multa a quien no respete pasos peatonales lo que está muy bien, pero ¿por qué se permite que cientos de ambulantes invadan vialidades rápidas como el Periférico, deteniendo el tránsito y poniendo en riesgo sus vidas?
¿Por qué se permite que las grúas de la policía de tránsito trabajen intensamente en domingos y días festivos, levantando vehículos donde no hay ningún problema y en cambio, nunca aparecen cuando hay que mover un vehículo averiado en una vialidad importante?
Este Reglamento no está diseñado para salvar vidas, tampoco va a mejorar la movilidad, por el contrario, va a empeorar. Lo que sí queda claro es que el objetivo central es la recaudación.
El gobierno de la ciudad lo que busca es “exprimir” a los automovilistas y se suma a una serie de cambios en esta administración que lo demuestran como ejemplo: el incremento en el costo —de por sí excesivo— en las verificaciones semestrales, en medio de una terrible corrupción; la modificación innecesaria para que la tarjeta de circulación se renueve cada tres años, con una terrible burocracia ineficaz que obligan al usuario a perder muchísimo tiempo.
Exigimos que se revisen estas medidas incongruentes e ineficaces y que se transparente el contrato de concesión para las fotomultas. Igualmente, exigimos que se transparenten los recursos que ingresan por multas y que se aclare el destino que fundamentalmente debería estar enfocado a obras y mejoras del transporte público, principalmente del Metro.
La movilidad en la ciudad tiende a cero y representa ya una crisis constante del tránsito en la ciudad que se agrava por la falta de una política eficaz de transporte público y por medidas de propaganda y ocurrencias como este nuevo Reglamento de Tránsito.
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