Más allá de las propuestas –que por lo general son pocas–, cada instituto político ofrece algo al electorado que los demás no son capaces de dar, gracias a su ubicación en el espectro ideológico que ayuda a que cuenten con un electorado fiel, a la vez que contribuye a que lo nuevos votantes se sumen a la causa. En estos tiempos de campaña, echaremos una breve revisión a lo que ofrece cada fuerza política en este tema.
Variantes
Cada partido es identificado no sólo por sus colores, siglas y distintivo electoral, sino también por su orientación ideológica, esa que le permite ondear ciertos temas que lo acercan a sectores sociales determinados.
Así, hablar de la Revolución Mexicana y la defensa de sus logros fue durante muchos años la principal bandera del priísmo, en tanto que batallas como la que se sigue dando por el derecho a la vida o a una economía sin tanta presencia del Estado identifican al panismo.
En estas campañas, estos temas son presentados escasamente, en momentos en que es más rentable prometer que el actual gobernador –como en el caso de Chihuahua y Veracruz– acabará en la cárcel si el candidato opositor gana.
Y es que para los actuales partidos, es más rentable buscar el voto de la franja de indecisos considerando que su voto duro se mantendrá, lo que les permitirá ganar la votación en un contexto en que cada comicio se resuelve por diferencias escasas, como ha sido el caso de la presidencial en 2006 o un sinnúmero de comicios locales.
Así, esperanzados en que el elector fiel se mantendrá pese a lo que pase, los institutos políticos buscan temas que impacten de manera inmediata en la decisión del elector, como puede ser la situación económica, la seguridad pública, el abasto de agua o el desempleo.
Atrás quedaron los tiempos en que las campañas se basaban en mantener los logros de la Revolución, con mayúscula, o en evitar que la reacción o el conservadurismo terminaran con los avances del primer movimiento social del siglo XX.
A excepción del combate a la corrupción, que viene siendo bandera de la oposición –y a principios de la década de los 80 del siglo pasado por Miguel de la Madrid como candidato del PRI con aquello de “renovación moral de la sociedad”–, y que se mantiene vigente, los temas que los partidos ocupan en sus propuestas de campaña tienen que ver más con la coyuntura que con su ideario.
El PAN ha dejado de lado –momentáneamente– aspectos como la libertad de los padres para decidir la educación de sus hijos, la defensa de la vida y la necesidad de que regrese la ética a la política.
El PRD menciona poco la necesidad de democratizar al país –en parte por los triunfos obtenidos en las urnas–, así como su lucha contra el régimen.
El PRI dejó de mencionar a la Revolución Mexicana como fuente de sus logros y del actual Estado mexicano, tratando de presumir los logros del Gobierno Federal.
Sólo Morena se mantiene firme en su lucha contra los poderes fácticos, en parte por la presencia de Andrés Manuel López Obrador, quien ha hecho de esa batalla un asunto que lo define como político y como candidato.
Del resto de los partidos, es poco lo que se puede abordar, algunos por su poca presencia, otros por su juventud en el sistema político y otros porque carecen de credibilidad para enarbolar una bandera, como el caso del PVEM.
Es por lo anterior que los candidatos toman los temas que sus asesores les recomiendan, previos estudios de mercado, para definir sus propuestas, lemas e imagen que presentarán ante el electorado. No es casual que en entidades como Quintana Roo, Chihuahua o Veracruz la mala imagen del gobernador en turno sea aprovechada por los abanderados opositores para su estrategia electoral, al igual que hablar de la necesidad de que haya una alternancia política sea la constante en los estados en los que sólo ha gobernado el tricolor y se presenta una alianza entre el PAN y el PRD.
Lo que antes era una batalla en el terreno de las ideas, con conceptos más elaborados, ahora se ha convertido en un festival de promesa que en realidad apuesta a la corta memoria del ciudadano, con temas que son del interés inmediato del elector. Ejemplos sobran en este particular, como el del anterior mandatario federal quien como candidato se presentó como el futuro “presidente del empleo”, lo cual no logró en su sexenio y no es impedimento para que se siga presentando en actos de campaña para apoyar a sus correligionarios sin rubor alguno.
Asimismo, que las campañas tengan un alto componente de ataques a los adversarios, es síntoma de que las ideologías también fueron guardadas para ser reemplazadas por la mercadotecnia y algunas tácticas cuestionables, porque a final de cuentas ganar es lo único que importa en esta batalla por los votos.
Del tintero
Hablando de batallas, la conformación de los integrantes de la Asamblea Constituyente en la Ciudad de México se está convirtiendo en una campal, en donde cada partido vive una lucha interna fuerte por los escasos lugares disponibles. Otro problema tiene que ver con la reducida difusión y el poco interés que los habitantes de la capital están teniendo en el proceso.
Twitter: @AReyesVigueras
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