Ya es tiempo de que la corrupción sea atacada de manera integral y que los gobernantes y funcionarios corruptos encuentren su espacio tras las rejas.
Peña Nieto llegó al poder con un margen considerable de votos. Su campaña duró 7 años y a pesar de sus magros resultados como gobernador durante todo su mandato al frente del Estado de México sus mayores resultados fueron comunicando y cuidando al que sería (y fue) el encargado de regresar al PRI a los Pinos.
¿Cuánto tiempo permaneció “inmaculada” la imagen de Peña Nieto? ¿Cuántos años pudieron los contratos con medios de comunicación frenar cualquier ataque y cualquier realidad que vulnerara su imagen? ¿Cómo pudieron por tanto tiempo mantener una fotografía perfecta de alguien eficaz, familiar y galán?…
Casi alcanzaron los 10 años, sino es que los pasan por haber empezado antes de ser gobernador, pero bastó un hilo suelto para deshacer toda la prenda; bastó encontrar medios que no se pudieran censurar con dinero, medios como las redes sociales, la protesta pública y periódicos extranjeros han evidenciado la verdad y hoy, por más que lo intentan, no han logrado frenar la caída en picada del Presidente que ha intentado todo, desde mandar por el frente a su esposa y hasta acabar acomodando él el escenario para una rueda de prensa.
Hoy vemos recortes en el presupuesto y compromisos (hechos en campaña) que han sido cancelados. Pero no vemos una reducción en la inversión en imagen del gobierno. A penas el domingo regresando de Guadalajara veía comerciales del “nuevo aeropuerto” dentro del avión en el que viajaba; las calles están plagadas casetas telefónicas tapizadas con publicidad de la SCT, comerciales de radio, de tele y una ostentosa campaña de sus “minions” del Partido Verde, que no sólo está plagada de mentiras sino que genera abucheos y palomitas embarradas en las pantallas de los cines en los que se transmite.
Ya no sólo es el Presidente o su gabinete, ya no sólo es la ineptitud lo que los persigue. La evidente y flagrante corrupción de sus gobernadores ha hecho mella, la riqueza de los priístas indigna y el autoritarismo velado en prebendas económicas ya no está comprando la opinión de las televisoras, que por cierto también se han visto muy afectadas por haber mentido tantos años para favorecer a Peña, por haber ocultado u omitido información, por haber manipulado la verdad. La indignación y la molestia de los ciudadanos no es sólo con el gobierno y con el Presidente, es con los medios pagados que se aliaron en una plutocracia e hicieron al cuarto poder el primero.
Hace unos meses dije que la solución era un sistema Anticorrupción como el propuesto por Acción Nacional y la sociedad civil y lo sigo pensando, pero creo que debería ser todavía más amplio. Por poner un ejemplo, el escándalo del Vasco Aguirre en España es investigado por la fiscalía anticorrupción de dicho país; no sólo investigan y castigan la corrupción gubernamental sino la corrupción de cualquier tipo.
Ya es tiempo de que la corrupción sea atacada de manera integral y que los gobernantes y funcionarios corruptos encuentren su espacio tras las rejas, pero también que se combata a aquellos que difaman y generan verdades falsas a partir de vender por debajo del agua sus espacios mediáticos. Para que los medios de comunicación sean auténticas tribunas donde se expongan todas las verdades y no instrumentos de propaganda política que se venden al mejor postor. Soy un férreo defensor de la libertad de expresión pero ésta se ve tan atacada desde la amenaza del poder como desde la comodidad del dinero ilegal de los impuestos de los mexicanos.
Si el Presidente se atrevió a decir que el problema de la corrupción en México es cultural, pues que se atreva a combatir la cultura de la corrupción.
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