Cien turnos al bat y un hit

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La Ciudad de México es no sólo el histórico bastión de la izquierda, el lugar que vio nacer a Morena, sino la cuna del lopezobradorismo. Pero en la elección de junio pasado se quebró. Con movimientos erróneos, la izquierda descuidó al rey y la oposición le hizo un jaque al arrebatarle nueve de las 16 alcaldías.

Los chilangos expresaron en las urnas el hartazgo por la inseguridad, el desempleo, su descontento por la tragedia de la línea 12 del Metro, que si no se derrumba, se incendia o se inunda. En las urnas quedó su cansancio de las mentiras y la incompetencia. Votaron en contra de Morena y a favor de candidatos que no esperaban el triunfo.

En medio del desconcierto, el gobierno de Morena se enrocó detrás de su propia rabia clamando la revancha contra los partidos políticos que lo derrotaron y, sobre todo, contra los ciudadanos que decidieron sacarlos del gobierno por ineptos y corruptos. Quisieron convencer a todos de que la ciudad se partió en dos: ricos y clasemedieros “aspiracionistas” y el pueblo pobre “bueno y sabio”.

Nada más lejos de la realidad. La ciudad no se partió en dos, sino que se cansó del actual gobierno. Los nuevos alcaldes de la oposición formaron la agrupación que autodenominaron UNA CDMX, es decir, Unión de Alcaldes de la Ciudad de México.

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Cien días de gobierno después, UNA CDMX logró apenas arrebatarle la agenda al gobierno de Claudia Sheinbaum, ponerlo en jaque, y obligarlo incluso a recular. Los nueve alcaldes de la UNA necesitaron 100 turnos al bat para pegar un hit.

La jefa de Gobierno los ninguneó cuando le exigieron reunirse antes de tomar posesión y respetar a la nueva mayoría del Cabildo de la Ciudad, les dio en la nariz cuando quisieron exhibirla en el Congreso, les quitó facultades de gobierno vía decretillos tramposos, semana a semana.

Los ignoró cuando le demandaron no retrasar la alternancia y que dejara de proteger a los derrotados alcaldes de Morena dándoles tiempo a que limpiaran sus cochineros, cuando le reclamaron las injusticias del presupuesto, hasta se permitió sonreír con el rumor de que la UNA se había dividido.

Cien días de gobierno pasaron para que lograran hacer recular y hacer cambiar de postura a la jefa de Gobierno. Luego de 100 turnos al bat, le pegaron de hit.

La primera victoria política de la UNA CDMX sobre Claudia Sheinbaum la lograron con la instalación de los módulos de pruebas a bajo costo para la detección de los contagios, la forzaron a replantear la oferta de pruebas gratuitas para identificación de covid.

Aunque la capital, tradicionalmente progresista, nunca había negociado con un grupo liderado por el PAN tan fuerte como ahora. Alzar la voz y exigir a las puertas del Congreso de la Ciudad fue el primer paso para un escenario de fricciones y tensión en los próximos tres años, que supondrá la antesala de las elecciones presidenciales en 2024.

La UNA ya demostró lo que puede hacer, ahora debe comprender lo que logró luego de 100 días de gobierno. No deben alejarse de la ruta de defender al ciudadano de los atropellos, la necedad y las pifias del actual gobierno de la CDMX que los hizo alcaldes.

La instrumentación de políticas públicas a favor de la gente debe ser diferenciador con las alcaldías que aún están en manos de Morena. Los integrantes de la UNA deben ser certeros en el mensaje, aprovechar cada oportunidad. Con más turnos al bat pegarán otro hit, pero deben aprender a no negociar en lo oscuro y a exigir claridad para saber si los morenistas desfalcaron, robaron o mal utilizaron los recursos. Tienen al rey que se burló (o mejor dicho a la reina) en jaque. Con buenos movimientos ganarán la partida.


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