Barril sin fondo

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Este gobierno se ha caracterizado por tener pésimos resultados en prácticamente todos los rubros exceptuando la captación de recursos y la distribución de apoyos. Pero en Seguridad, Educación, Ecología, Salud y Empleo bien pagado, los temas más sensibles para la población, todos los indicadores han bajado desde su toma de posesión en 2018. Incluso ha dejado de pagar a los Organismos Internacionales a los que México pertenece, y no sólo a la ONU.

A pesar de mantener suficientes ingresos (y endeudarse exageradamente), para garantizar el pago de apoyos a adultos mayores, a jóvenes, etc., ha disminuido los recursos a prácticamente todos los demás rubros, algunos hasta secarlos. Así han desaparecido medicinas, combustibles, guarderías, becas, sobresueldos a maestros y médicos al tiempo que han complicado inversiones lo que resulta en disminución de la generación de empleos. Incluso inhibió abruptamente la obra pública de apoyo a necesidades colectivas (carreteras, hospitales, escuelas, etc.) para realizar pocas obras de alto costo pero de escasa utilidad a corto plazo.

Así, el gobierno (debiera escribir: el inquilino de Palacio) decidió priorizar un aeropuerto que aún batalla por atraer usuarios (AIFA), una refinería (Dos Bocas) que va a costar una fortuna y que no alcanzará pronto el equilibrio financiero; además, sin reparar en costos ha emprendido un sistema ferroviario no sólo caro en lo económico, sino también en lo ecológico. En fin, obras que no aportarán al bien común durante este sexenio.

Además del desvío de recursos para apoyos y para sus obras preferidas (él las llama “insignia”), ha destinado subsidios para tapar agujeros negros, del IEPES a combustibles al costo operativo del AIFA (o Aeropuerto Santa Lucía). Sin embargo, la mayor demanda de recursos son las llamadas eufemísticamente “empresas productivas del Estado”, o sea la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (PEMEX). El inquilino de Palacio por razones ideológicas ha apostado a mantenerlas a flote contra viento y marea, aunque sean empresas que queman dinero.

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La CFE no ha mostrado utilidades en este sexenio, pues ha excluido por razones ideológicas a generadores privados, que producen a menores costos, arrojando pérdidas cada vez mayores. Y no sólo más pérdidas, pues al usar combustóleo ensucia más la atmósfera; la CDMX tiene una mayor contaminación por las emisiones de las termoeléctricas de CFE que por los vehículos automotores. Al intentar aliviar las finanzas de PEMEX ha agravado la contaminación atmosférica.

La otra “empresa productiva”, PEMEX, es un caso aún más patético: ha tenido pérdidas los últimos 10 años debido a una producción decreciente, a precios variables del crudo y a retenciones de Hacienda sobre las ventas internacionales de petróleo crudo. Adicionalmente, PEMEX acarrea pérdidas por el robo de combustible mediante perforaciones en sus ductos de transporte (huachicol), que fingen ya no existe pero que no deja de crecer. PEMEX sobrevive porque el gobierno federal absorbió 10 mil millones de dólares de su deuda mientras el resto de las petroleras del mundo ganan miles de millones de dólares.

Entre todos los ciudadanos debemos recuperar la República: garantizar el Estado de Derecho, lograr un gobierno eficiente y eficaz que use los recursos públicos para crear infraestructura útil a corto plazo. Un gobierno que priorice Seguridad, Educación, Ecología, Salud y creación de empleos bien pagados. Hay suficientes temas que se pueden consensuar, no sólo entre las fuerzas políticas, sino con el resto de la sociedad para asegurar un México para todos, con más participación ciudadana, mejor educación, más empleo y menos pobreza. Acabemos con este barril sin fondo.


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