¡Mis queridos lectores, agárrense porque hoy vamos a destripar una de las plagas más grandes de nuestro México lindo y querido: la política de postureo en redes sociales! ¿No les da un ataque de risa, o de ganas de aventar el celular, cada vez que ven a nuestros flamantes «servidores» públicos posando como si fueran la mismísima Rosalía o el Canelo Álvarez? ¡Un selfie por aquí, un mensaje vacío por allá y, de fondo, la misma pared del Palacio Nacional o una pila de papeles que nadie va a leer!
Es una epidemia, carajo. Todos con la misma sonrisita de oreja a oreja, el mismo gesto de «estoy trabajando por ti» y el mismo texto insípido que no dice absolutamente nada. «Impulsando el desarrollo», «trabajando por la ciudadanía», «escuchando a la gente»… ¡Puras frases de cajón que ya ni el ChatGPT se atreve a usar de lo quemadas que están! Y lo peor es que lo hacen como si les fuera la vida en conseguir el «like» del prójimo. ¡Parece que están más preocupados por su número de seguidores que por el precio de la tortilla, oiga!
Seamos honestos, a la mayoría de nosotros nos importa un soberano cacahuate si el diputado X se reunió con el «comité vecinal para el fomento de la guayaba orgánica» o si la senadora Y inauguró la «glorieta de la amistad binacional». ¡Nos importa que haya agua en la casa, que el camión no tarde tres horas y que no nos asalten al salir de la chamba! Pero ellos, aferrados a su estrategia de comunicación que les dictó algún gurú de cuarta, siguen bombardeándonos con su agenda que ni a su abuelita le interesa.
Y lo más triste de todo es que, al final del día, todos terminan pareciéndose. Son como clones, como estampitas Panini repetidas en el álbum. Misma pose, mismo filtro, mismo mensaje genérico. ¡Qué falta de imaginación, qué falta de autenticidad! ¿Será que no tienen nada más interesante que ofrecer que su cara bonita (o lo que quede de ella)?
Así que, la próxima vez que vea a un político con su selfie de «aquí estoy yo, chambeando», le ruego, por el amor de Dios, que le dé un «no me gusta», un «me emputa» o, mejor aún, que lo ignore. Quizás así, solo quizás, se den cuenta de que la política no se trata de quién tiene más «likes», sino de quién resuelve los problemas de la gente. ¡Porque, la verdad, ya estamos hasta la madre de tanta pose y tan poca acción!
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