Censura imparable y con tacones

¡Agárrense, que la censura anda desatada y con tacones! Resulta que nuestro querido Héctor de Mauleón, al que ya lo tienen entre ceja y ceja, le volvieron a dar un jalón de orejas para que borrara su columna. ¿La razón? Una candidata, de esas que se ofenden con el aire, dijo que mencionarla, ¡ay, nanita!, con base en un documento filtrado por GuacamayaLeaks de la mismísima SEDENA, es «violencia política de género». ¡No me digas! ¿Ahora hasta las filtraciones militares son misóginas? Deberíamos avisarle a los de Wikileaks que se pongan a borrar todo, no vaya a ser que Julian Assange termine acusado de machista.

Y como si no fuera suficiente con el teatro de Mauleón, sale la mismísima Carmen Aristegui, ¡la reina del periodismo de investigación!, con la misma cantaleta. Otra candidata, que por cierto, trabajaba como abogada de Televisa (¡qué coincidencia tan convenientemente incómoda!), la acusa de lo mismo por publicar material que involucra a la televisora en campañas de desprestigio. O sea, si Televisa te desprestigia, es libertad de expresión; si tú los balconeas, ¡zas!, violencia política de género. ¡Ah, pero qué bonito es el doble rasero!

Parece que ahora, si una mujer es política y sale mencionada en alguna investigación periodística, aunque sea con pruebas, ¡pum!, automáticamente se convierte en víctima de violencia de género. ¿Y la verdad? ¿Y la información? ¿Y el derecho de los ciudadanos a saber quién es quién en esta carpa de circo llamada política? Eso ya no importa, lo que importa es que no se despeinen las candidatas y que no se les cuestione nada.

Así que, mis queridos lectores, la próxima vez que lean una nota que «incomode» a alguna candidata, piensen dos veces antes de creer que es «violencia política de género». A lo mejor, solo a lo mejor, es periodismo, de ese que duele, pero que es necesario. Y si no les gusta, pues que le bajen de huevos o que se dediquen a otra cosa, porque esto de la política es para pieles gruesas, no para princesas de cristal.