¡Órale, México, agárrense que la política sigue dando de qué hablar! En Chihuahua y Aguascalientes, el PAN anda haciendo de las suyas con eso de las elecciones judiciales, demostrando que los «acordeones» no son solo para el PRI o Morena. En Chihuahua, la gobernadora Maru Campos se lució: varios de los jueces y magistrados electos traen su sello de aprobación, como si fueran tamales de su cocina. Entre ellos, Marcela Herrera Sandoval se perfila para presidir el Tribunal Superior de Justicia, y Francisco Javier Acosta Molina encabezará el Tribunal de Disciplina Judicial. Ambos, casualmente, con historial en el gobierno de Maru. ¡Qué conveniente, ¿no?! Parece que en Chihuahua el PAN sabe muy bien cómo armar su dream team judicial.
Pero el que se lleva las palmas es Aguascalientes, donde el PAN se aventó un clavado de campeonato. Resulta que María José Ocampo Vázquez, hija de la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota, fue nombrada presidenta del Supremo Tribunal de Justicia. ¡Y eso que quedó en sexto lugar en las votaciones del 1 de junio! La reforma judicial decía que el cargo debía ser para el más votado, pero los magistrados, en una reunión a puerta cerrada, decidieron que María José era la buena. ¿Mérito? ¿Experiencia? Nah, parece que el apellido y las conexiones pesaron más. Antes de este rolazo, María José estaba en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno estatal, y ahora, ¡pum!, a mandar en el Poder Judicial. ¡Eso es jugar con las reglas del PAN-tástico!
Y luego nos preguntamos por qué la gente desconfía del sistema. Mientras Morena se lleva los reflectores con sus reformas y amenazas de censura, el PAN no se queda atrás y demuestra que también sabe mover los hilos para poner a su gente en los puestos clave. Esto no es nuevo, pero no por eso deja de dar coraje. Los «acordeones» del PAN, al igual que los de otros partidos, son la prueba de que en México la justicia a veces se elige con dedazo disfrazado de voto. ¿Y la independencia judicial? Bien, gracias, perdida en algún expediente polvoriento.
Así que, amigos, mientras los políticos sigan jugando al Monopoly con los cargos públicos, nosotros seguiremos aquí, con una mezcla de risa y enojo, viendo cómo se reparten el pastel. Porque en este México nuestro, la justicia no siempre es ciega… a veces solo cierra los ojos cuando le conviene.
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