Ah, mi estimado lector, ¿cómo le va? ¿Ya se sentó a echarse un cafecito y a sufrir con las noticias de la semana? Si no, le cuento que en el paraíso de la 4T, donde la austeridad es el mantra y la honestidad es la joya de la corona, parece que se les está cayendo el teatrito a pedazos, o al menos, los reflectores se están volviendo un poco traicioneros.
Resulta que nuestros amigos de Morena, con esa creatividad digna de un dramaturgo de quinta, están en un frenesí de distracción. Con un pie en el 2027, y la presión de que el pueblo los siga adorando, andan buscando la forma de que no volteemos a ver los trapitos sucios. Y es que el caso del «honorabilísimo» Hernán Bermúdez, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, acusado de secuestro y delincuencia organizada, es como una espina que no se pueden sacar del pie.
Pero, como en toda comedia de errores, lo que parece ser un plan maestro termina siendo un chiste de mal gusto. Con la desesperación de que el “turismo de lujo” de algunos de sus militantes no salga a la luz (porque el pueblo no viaja en primera clase, se lo aseguro), se sacaron de la manga al candidato “perfecto”: Israel Vallarta, con un historial que ni para un capítulo de «La rosa de Guadalupe» alcanza.
Y ni me haga empezar con el tema de #DatoProtegido. Misma historia, diferente capítulo. Aunque juren y perjuren que la austeridad es su bandera, siguen apareciendo pruebas de que la vida de lujos no está peleada con la política, al menos no para ellos. Entre relojes de alta gama y bolsas de diseñador, uno se pregunta si su sueldo de legislador es realmente «tan austero» o si ya se inventaron una nueva forma de multiplicar los pesos.
En fin, que el show debe continuar y nosotros, como buenos espectadores, seguiremos esperando a ver qué nuevo circo nos montan para que no nos demos cuenta de que, en el fondo, la austeridad y la honestidad son solo palabras bonitas en sus discursos.
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