¡Ay, nanita! Si el PAN fuera piñata, ya estaría hecha trizas, con Morena repartiendo garrotazos a diestra y siniestra cada vez que algo sale mal en la 4T. ¿Problema con el narco? ¡Pum! Culpan al PAN por García Luna. ¿Huachicol fiscal robando miles de millones? ¡Pum, pum! Al panista que denuncia lo tildan de corrupto, y asunto resuelto sin que los guindas muevan un dedo. Es como si el azulejo fuera el chivo expiatorio oficial: «¡Fue el PAN, el PAN, el PAN!», mientras Adán Augusto y sus compadres se lavan las manos como Pilatos.
Tomemos el caso fresquito de Hernán Bermúdez Requena, el «Comandante H», ese exsecretario de Seguridad de Tabasco que puso Adán Augusto en su sexenio morenista. El cuate, detenido en Paraguay por liderar «La Barredora» del CJNG –extorsiones, secuestros, huachicol y hasta nexos con el mismísimo García Luna, según chismes de Miami y oficinas fantasmas en Florida–, es el García Luna de la 4T. ¡Pero no mames! Morena lo niega todo: Noroña dice que no es comparable porque «García Luna está preso y confeso», Luisa María Alcalde jura que no protegen a nadie, y los senadores cierran filas con Adán como si fuera el Santo Niño de Atocha. ¿Y el PAN? Federico Döring lo llama «el mamut del narco en Palacio», y ¡zas!, lo comparan con Calderón para desviar el golpe.
Luego, el huachicol fiscal, esa madre de 170 mil millones evaporados en gasolina gringa sin pagar impuestos, con marinos detenidos como el vicealmirante Farías Laguna –sobrino político del exsecretario Rafael Ojeda– y empresarios morenistas metidos hasta el cuello. Senadores panistas amplían denuncias ante la FGR, pidiendo mesas con Hacienda y Pemex para destapar el diferencial de importaciones. ¿Respuesta de Morena? Acusar al PAN de ser los reyes del huachicoleo en tiempos pasados, recordar supuestos trapos sucios de algún senador azulejo con la justicia (que, por cierto, nunca prosperaron), y ¡listo! No asumen ni madres. Es el clásico: «Tú primero, cabrón, que yo soy el santo».
Pura ironía, ¿no? Morena, que se la pasaba azotando al PAN por colusión con el narco, ahora tiene su propio «momento García Luna» en Tabasco y Dos Bocas, con Bermúdez recibiendo pipas de huachicol para el parque vehicular estatal. Pero ni un mea culpa. En vez de reconocer errores –»Órale, nos clavamos un gol en propia meta»–, prefieren batear la piñata opositora hasta que salgan los dulces de hipocresía. ¿Hasta cuándo, PAN? ¿O ya se acostumbraron a ser el punching bag nacional? Si no asumen responsabilidades, México seguirá en este ring de boxeo verbal, donde nadie gana y todos perdemos. ¡A huevearse, que la política mexicana es un circo sin payasos decentes!
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