Mexicanos en Riesgo

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Por: Rafael Morgan

Algunos de los últimos artículos se han referido a un tema indispensable para un buen gobierno, el de la prevención, que incluye principalmente la determinación, evaluación y administración de los riesgos que se le puedan presentar a los mexicanos, al gobierno y al país en general. Prevenir riesgos y contar con los recursos necesarios para detenerlos, moderar sus consecuencias y auxiliar a los afectados a tiempo, con orden y equitativamente, puede salvar vidas, ahorrar recursos y dar seguridad y esperanza a los gobernados.

Los lectores de Noroeste plantean dos asuntos: primero, señalan muchos otros riesgos que no se mencionan y tienen razón, pues el espacio sólo alcanza para tratar tres o cuatro tipos de riesgo; segundo, lo referente a las herramientas que se puede o se deben usar en el proceso de atención de los riesgos.

En el segundo aspecto, mencionar una experiencia de los nuevos funcionarios que llegaron a la Secretaría de Gobernación con el triunfo de Vicente Fox, que desplazó a los regímenes priístas por primera vez en setenta años. Recién llegados, el Volcán Popocatépetl tuvo algunas erupciones que inquietaron a la capital y afectaron varias poblaciones cercanas al volcán; no había experiencia en los nuevos funcionarios, pero se pusieron a buscar e investigar en archivos y expedientes hasta que encontraron al fondo de un escritorio un documento denominado “Protocolo para atender erupciones volcánicas”. Ahí venía el proceso de atención a pobladores; coordinación de autoridades, movimiento de policías, ejército, cruz roja, bomberos, rescatistas y alpinistas voluntarios, etc.; Secretarías interesadas como la de Comunicaciones, la de Salud y otras, con todo lo cual se pudo aplicar el plan de emergencia.

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Algunos elementos de prevención serían: contar con reservas de materiales y equipamiento y fondos presupuestales disponibles de inmediato; políticas y protocolos de actividades como el señalado; personal capacitado y normatividad para casos de emergencia; convocatoria del órgano previsto en las normas o en el protocolo para coordinar a los responsables y, en caso necesario, las atribuciones necesarias para la toma de decisiones inmediatas, etc.

Este artículo se llama “mexicanos en riesgo” porque este régimen ha estado agotando los recursos que por ley se habían creado para prevenir riesgos por lo que, de presentarse varios de ellos simultáneamente, como está pasando con los riesgos de salud, de violencia y de la economía del país, han expuesto a los mexicanos a una crisis mayor de graves consecuencias.

Si a todo eso se le agregan los riesgos climáticos que han traído las sequías, los incendios forestales, la polución y contaminación del aire; los riesgos que se tienen con el “hackeo” de sistemas informáticos mal protegidos, los posibles problemas económicos de los bancos si los mexicanos no pueden cubrir sus adeudos en tarjetas de crédito y en los préstamos personales.

Si se agrega también que el gobierno ya no tiene los fondos de reserva para la caída de precio del petróleo crudo; o el fondo para desastres naturales, el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, así como los fondos de los fideicomisos que prevenían diversos problemas.

Habría que preguntarse qué se podría hacer ante el atraso educativo por la pandemia o por la caída en la producción de petróleo y la refinación de gasolina, e igualmente sobre la seguridad en la importación de gas natural.

Los riesgos por la pandemia no han terminado, como tampoco se ha terminado el proceso de vacunación que va lento y sin las vacunas suficientes.

En la misma forma los riesgos que origina la delincuencia organizada y del narcotráfico, de los homicidios y feminicidios dolosos, de las desapariciones forzadas y de las fosas clandestinas, todo ello constante y creciente; del lavado de dinero, del tráfico de armas y de drogas, todo lo cual nos está dando problemas con Estados Unidos.

México tiene el riesgo de perder su grado de calificación por los riesgos de Pemex, sus pérdidas y su deuda; por los problemas de la CFE con las empresas nacionales e internacionales al cancelarles contratos firmados para producir y vender energía limpia; también por la fuga de capitales y por los conflictos que se anuncian con empresas norteamericanas que exigen el cumplimiento de las condiciones impuestas por el Tratado de Libre Comercio.

En fin, son sólo algunos riesgos, inmediatos unos y de mediano tiempo otros, pero todos ellos presentes y peligrosos. Esperemos que el gobierno sepa cómo prevenir estos y otros riesgos.


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