¿Es posible aún reformar al PAN?

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Por Luis Fernando Bernal En mi artículo anterior mencioné la disyuntiva de seguir intentando salvar al PAN o de plano enfocarse a crear otro partido que defienda los principios originales de Acción Nacional y que actúe en congruencia con ellos, dado que el PAN ya no lo hace. Recibí muchos comentarios que agradezco, de quienes coincidían y de los que no coincidían con lo expresado en ese texto. Varios se incomodaron por decir que había que formar un nuevo partido de derecha, argumentando que el PAN no es un partido de derecha. Creo que realmente es irrelevante esa discusión. Siempre ha sido relativo y más, actualmente, definir qué es derecha y qué es izquierda, pues depende de diversas circunstancias. Decir que alguien o algo es de derecha no deja de ser sólo una tosca descripción, que es práctica en términos explicativos, pero que no nos dice mucho de lo que realmente es una postura política. Usé esa palabra deliberadamente porque, más allá de lo que se defienda, me confirma que en México “derecha” es un término tabú. Un término puesto en la lista de censura por la Inquisición política que diseñó en nuestro país la cultura priísta; algo que en las democracias occidentales no sucede. Pero la objeción que más me preocupó fue de quienes me dijeron que todavía se debía intentar salvar al PAN, que aún era posible, que aún tenía remedio. Incluso encontré que hay quienes piensan que una próxima Asamblea donde habrá una reforma de estatutos es la oportunidad para hacerlo. Y esto me preocupó porque pienso sinceramente que el actual PAN ya no tiene remedio. El PAN siempre ha tenido una cultura legalista y se ha caracterizado por tener en sus filas a grandes abogados. Quizá ese es el problema. Esperan mucho de los reglamentos y la verdad es que esa no es la cuestión. He vivido a lo largo de mi militancia en ese partido muchos cambios de reglamentos que se hicieron con el objeto de evitar “malas prácticas” y las malas prácticas siguieron. Siempre encontró como darle la vuelta a cualquier norma bienintencionada quien tenía un propósito malintencionado. Creo, además, que hacer una Asamblea en los tristes momentos que ahora vive el partido es peligroso porque puede aprovecharse para cambiar o moderar algunos de sus principios doctrinarios, en aras de la “corrección política” y del “progresismo” en boga. Cada vez más confirmo que el PAN heroico, el PAN con mística, el PAN doctrinario, pero también el pragmático que tuvo logros históricos, lo fue porque quienes lo conformaron entonces y, sobre todo, quienes lo dirigieron, eran a su vez heroicos, místicos, doctrinarios cuando había que serlo y pragmáticos también cuando había que serlo. Y si el PAN de hoy no tiene mística ni mueve las almas, es porque quienes los conforman y lo dirigen, en su mayoría, no tienen a su vez, ni mística ni alma. No es algo personal contra su dirigencia actual, esto es algo que viene sucediendo desde hace varias gestiones. No sé si fue el cambio generacional, o fue producto de las organizaciones “reservadas” que infiltraron al partido, o fue la ola de militantes que ingresaron desde fines de los 90, que vieron que el PAN se podía convertir en una vía de ascenso económico y social. Hay quien dice que el deterioro se dio a partir de que Javier Corral propuso en una Asamblea de no grata memoria, la elección de las dirigencias por el voto directo de los militantes, pero no es así. Las prácticas clientelares ya existían y la cooptación de consejeros por medio del otorgamiento de cargos y prebendas también ya existía y eso es sabido. Apenas ayer salió una noticia de que los dirigentes de Acción Nacional en las alcaldías de la CDMX, cobraban en las alcaldías gobernadas por el PAN. MORENA inmediatamente dijo que eran “aviadores”, lo cual es mentira. Ellos cumplen con sus trabajos, el problema no es ese, el problema es que, si un dirigente partidario vive de su trabajo en una alcaldía que dirige un panista, el verdadero dirigente partidario no es él, sino el que le dio la chamba. Igual pasa con un consejero, su voto no es de él, sino del que le consiguió el empleo del que vive. Es por eso, que los órganos de dirección en el PAN se han convertido en aburridas pantomimas. No es posible reformar al PAN desde adentro, mientras sus dirigentes y varios militantes sean beneficiarios directos del funcionamiento del PAN actual, ¿porqué habrían de querer cambiarlo? Eso sólo lo lograría una fuerte presión ejercida por un amplio sector del partido o de un grupo interno con poder. Pero ninguna de esas dos cosas se ve que esté sucediendo. Quienes están a disgusto con el PAN actual no son, ni con mucho, la mayoría del padrón de militantes actuales, es más, muchos de ellos están prácticamente fuera del partido, o porque no se re-afiliaron, o porque los sacaron del padrón, o porque se fueron a México Libre. La mayoría de los dirigentes con poder en las distintas regiones del país se preocupan prioritariamente por acumular más poder, privilegios y cargos para ellos mismos y un reducido grupo de incondicionales, o por estar cerca del dinero público, más que, por el ideal, la doctrina humanista o el bien del país. Es una realidad triste, pero eso es lo que hay. Una asamblea dirigida por los mismos acabará en lo mismo. El andamiaje y el sistema de funcionamiento actual del partido están hechos para estimular la mediocridad y la sumisión, no el talento y el debate. Mientras esos incentivos sigan, no habrá reglamento que pueda cambiarlo, es, más bien, un asunto de conciencia y de voluntad. Por eso creo que es mejor crear algo nuevo en tierra fértil y con semilla sana.  
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