El INE bajo asedio

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La democracia le estorba. En la pretensión por hacerse de todo el poder no hay neutralidad tolerable. Las instituciones deben servir a los propósitos facciosos del grupo gobernante, pues no ganaron la Presidencia para que después otros tomen su lugar como resultado del juego democrático. Reiteran que su triunfo electoral es expresión de una “revolución pacífica” y eso significa lograr por las urnas lo que otros consiguieron con las armas: instaurar un régimen con hegemonía estructural del líder máximo.

El fin justifica los medios. No hay ley, norma o escrúpulo que los detenga. Evitan el debate racional porque eso los exhibiría y la simulación también les es útil; por eso optan por el insulto, la descalificación y la calumnia. En la retórica se asumen moralmente superiores para, sin reparo alguno, darse licencia de hacer todo lo que denunciaban cuando eran opositores. Pero, aunque hagan lo mismo, no son iguales, porque ellos se valen de las trampas para “el bien”, es decir, para acrecentar su poder y combatir con mayor fuerza a sus adversarios que representan “el mal”. Con esa justificación, Morena actúa como el viejo PRI, pero sin inhibiciones.

El INE incomoda al Presidente porque no lo controla. El partido oficial goza de una amplia mayoría legislativa que no corresponde a su votación y que rebasa por mucho el tope constitucional de sobrerrepresentación establecido en el artículo 54, que es del 8 por ciento. Hagamos a un lado que la izquierda, de cuya lucha se valió para escalar a donde hoy está, pugnó por la proporcionalidad pura y se opuso a la “cláusula de gobernabilidad” que estableció ese límite por considerar que distorsionaba la voluntad popular. Es grotesco que hoy defienda el fraude a la ley que le permitió traspasar la barrera estipulada hasta duplicarla, haciéndose la víctima de una delirante conspiración.

La mayoría de los mexicanos votó en la elección de diputados por una opción distinta a la coalición gobernante (57%) y, sin embargo, los sobrerrepresentados se dan el lujo de legislar en solitario. La democracia trata de incluir a las minorías, pero aquí tenemos a una que ignora al resto que, sumadas, tuvieron más sufragios. Gracias a la trampa, Morena rebasó la mitad más uno de los legisladores, lo que le ha permitido presidir la Jucopo durante toda la legislatura y administrar unilateralmente los recursos de la Cámara, a pesar de haber obtenido sólo el 37% de los votos. Menos mal que quieren acabar con los privilegios.

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Aunque las decisiones del INE se toman de manera colegiada, los ataques del oficialismo se han centrado en su presidente, Lorenzo Córdova, y en el consejero Ciro Murayama, al grado de amagar con hacerles juicio político con la mayoría espuria que buscan mantener.

Peor aún es que Félix Salgado Macedonio amenace con impedir las elecciones si no le restituyen la candidatura que perdió, no por los testimonios de las víctimas que lo acusan de haberlas violado, sino por no presentar su informe de gastos de precampaña, negando haberla realizado cuando hay pruebas irrefutables que dan cuenta de cómo se promovió de cara a la supuesta encuesta que nadie conoce. Quienes traen la paranoia suelta buscando golpistas ya tienen por dónde empezar.

El enfrentamiento con el árbitro se escala porque el propio presidente López Obrador insiste en entrometerse en la elección, pese a la prohibición constitucional y el acuerdo con los gobernadores que él mismo convocó, acusando, sin bases, al INE de participar en un malévolo plan para descarrilar su proyecto. Calificó que bajaran a Salgado Macedonio como “atentado a la democracia” y lo comparó con su desafuero, no obstante que la ley no da espacio para la graduación de la sanción por omitir el informe de precampaña. Quisiera que el instituto actuara como el TEPJF, que hasta cambia de criterio en la misma sesión para complacerlo, como lo vimos en la entrega y rechazo de registros de partido según las filias y fobias de Palacio Nacional.

Es previsible que el sometido Tribunal eche abajo las resoluciones que tanto molestaron al Ejecutivo, pero la erosión de la democracia se agudizará con el escarnio al INE, promovido desde el poder político. Y no hemos visto lo peor.


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