El atentado que sufrió Ciro Gómez Leyva el jueves 15 nos regresa a la dicotomía impuesta por quien debiera unir a los mexicanos. En vez de que todos a una hubiéramos expresado nuestra solidaridad con los informadores, y en especial con Ciro, inmediatamente salieron a acusar según su ideología. Los partidarios del gobierno acusaron a “una oligarquía rapaz… de ser capaces de pagar un atentado” (F. Akabani), o de plano que fue un auto atentado (A. M. López) mientras muchos participantes en redes sociales culparon sin pruebas a simpatizantes de MORENA. La gran mayoría de opiniones fue para asignar responsabilidad y no para solidarizarse con un comunicador con el que se podrá estar de acuerdo o no, pero que de haber muerto habría sido uno más de una larga lista de quienes han perdido la vida en un entorno absurdamente hostil.
Ya desde antes del atentado a Ciro había más periodistas muertos en México durante “la paz” de López que en la guerra de Ucrania. Por esta cifra, el Comité para la Protección de Periodistas califica a nuestro país como el más letal del orbe para la profesión. Mientras el inquilino de Palacio presume de la libertad de expresión que goza México, al mismo tiempo se permite seguir fomentando la polarización contra periodistas que no apoyen sus iniciativas. No reconoce ninguna responsabilidad por fomentar el clima de crispación contra comunicadores independientes.
Todos debemos solidarizarnos con Ciro, incluyendo quienes apoyen al gobierno. De por sí cada vez es mayor el peligro para cualquier ciudadano transitar por calles y carreteras; necesitamos elevar la presión social para que disminuya toda violencia, y con más razón, para que se proteja a periodistas. El reclamo no debe ser para señalar posibles culpables sino para exigir una investigación profunda que localice a los autores materiales, y de ser posible al autor intelectual. Se debe proceder con aún mayor acuciosidad que en el atentado que sufriera el aún Secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfush, pues afecta mucho más a la credibilidad y a la convivencia.
El inquilino de Palacio cayó en la deformación de los viejos gobiernos priístas al ordenar a la Jefe de Gobierno que investigara el atentado. Olvidó que México es una república federal y lo más que podría hacer es recomendar se agilizara la investigación que la Jefe de Gobierno ya debiera haber iniciado (o bien él atraerla como caso federal). La Doctora Sheinbaum, ocupada en mostrar que es la mejor opción (corcholata) no externó oportunamente su determinación de llevar a cabo la necesaria investigación. Sin embargo, está obligada a llevarla a cabo.
Se sabe que cámaras de televisión grabaron parte del recorrido de quienes dispararon contra Ciro pero nada se ha dicho sobre matrículas o identificación de rostros que pudieran conducir a una pista segura. La falta de información fomenta la especulación, y hasta comentarios como el del inquilino de Palacio (“posiblemente el atentado tenía como objetivo desestabilizar al gobierno”). Si la Fiscalía de la CDMX no hace su trabajo con rapidez y eficacia escucharemos versiones cada vez más absurdas, y la “corcholata” Sheinbaum verá sus posibilidades disminuir.
Urge que se inhiba el ambiente de linchamientos contra periodistas, no sólo desde la mañanera sino también de quienes repiten mensajes amenazantes a comunicadores que ejercen su derecho a informar. De no hacerlo así estaremos cuesta abajo en el camino de que en México veamos repetidos los excesos totalitarios de la Alemania nazi de Hitler o de la Venezuela chavista de Maduro.
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