De la transición al fracaso

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Hace tres años, el gobierno de la Ciudad de México vivía una transformación. El partido en el poder durante los últimos 20 años había perdido las elecciones y tomaba la administración Claudia Sheinbaum, cobijada bajo el impulso de Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena.

Tres años han transcurrido desde su toma de protesta el 5 de diciembre de 2018 y, desafortunadamente para la ciudadanía, la gestión de la científica al frente del gobierno ha sido, sin temor a equivocarme, la peor que se ha tenido en décadas.

Inseguridad, crisis económica, la incapacidad de hacer frente a una pandemia, sumado a una serie de desastrosas gestiones de su gabinete son sólo algunas de las secuelas que a la mitad de su sexenio los habitantes de la ciudad padecen y que, para desgracia de todos, no se vislumbra un cambio de timón en el corto plazo.

En los dos últimos años la pobreza extrema en la Ciudad de México se incrementó en 163%, de acuerdo con el informe Medición de la Pobreza 2020, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en el cual menciona que en 2018 había 152 mil 100 personas en esta condición; mientras que en 2020 la cifra llegó a 400 mil 400.

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Por supuesto, Sheinbaum se escudó en el pretexto de la pandemia, a la cual no le resto su complejidad ni retos para enfrentarla, sin embargo, el gobierno de Morena en todos los niveles fue incapaz de hacerle frente, desestimando desde un inicio su importancia, reduciendo los controles de salud, no aplicando las pruebas necesarias, ocultando cifras de mortalidad, sin trabajar con las cámaras empresariales, y así la lista sigue y sigue.

Es decir, la pandemia sólo vino a exhibir la incapacidad de Sheinbaum para dirigir un gobierno, cuando las circunstancias son más feroces. Su ineficacia no fue producto del covid-19, sino que la enfermedad sólo vino a exponerla.

No se diga el lamentable accidente de la Línea 12, como consecuencia de una construcción irregular y con vicios, en la cual se han encargado de proteger a los responsables de obra durante la administración de Marcelo Ebrard, pero en contraste se ha empecinado en hacer una cacería de brujas en contra de Miguel Ángel Mancera y su equipo cercano.

Pero nada de ello le importa a Claudia Sheinbaum, ella está totalmente despreocupada por los tres años que le quedan adelante, porque para ella ya no existen. Tiene su mira puesta en 2024, gracias al “destape” y visto bueno que ya le dio Andrés Manuel López Obrador. La jefa de Gobierno posa en fotos y da entrevistas a semanarios españoles. Vienen medios británicos a entrevistarla y elucubra sobre el futuro del país y la posibilidad de una primera mujer en la Presidencia.

Apenas va a la mitad del camino y ella ya dejó de ser jefa de Gobierno para convertirse en la más anticipada candidata a la Presidencia en la historia. En su euforia olvida que serán los ciudadanos quienes den su voto, y anticipo difícil que olviden la Línea 12, la inseguridad, la pobreza extrema y el desempleo que viene arrastrando en los tres peores años de gobierno que he visto en la Ciudad de México.

 


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