La patria nos está llamando a todos…

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Cuando San Agustín se refería al tiempo destacaba el presente como referente y hacía hincapié en esto porque el futuro depende en mucho de la objetividad de nuestras apreciaciones y vivencias en el hoy, sin despreciar las lecciones del pasado, porque mucho se repite, solo cambian los protagonistas, porque la condición humana está en la genética. De modo que no nos olvidemos de lo que la política, como actividad sustantiva, puede generar en nuestro país si no atendemos el hoy, con el bagaje de lo aprendido –mi esperanza es tenaz y espero que lo hayamos asimilado– para fortalecer lo que sí funciona y mandar al horno lo inservible. El mañana se construye hoy.

En el libro escrito por el genial “Manco de Lepanto”, el inmortal Quijote de la Mancha, hay un pasaje –capitulo XVIII, primera parte– que va de perlas para lo que hoy comparto con ustedes, generosos leyentes, transcribo: “Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”. Yo creo en esto, y sé que por ello habrá quien diga que vivo en otro planeta, si no es que me enjaretan, como decía mi tía Tinita, otros colguijes más ad hoc al léxico coloquial de nuestra mexicanísima tierra. Me queda claro, como apunta Juan Carlos Romero Hicks, mi talentoso correligionario, que la ausencia de principios y valores éticos es un cáncer que nos carcome como sociedad, y que en este país a los que creemos y nos sostenemos en ellos, no nos bajan de pen…#”&% -esto lo digo yo– pero NO HAY MÁS ALTERNATIVA, así con mayúsculas, si queremos un México en el que quepamos todos y se abatan tan horrendas desigualdades, tenemos que recuperar lo que dejamos que se perdiera en manos de políticos sin patria ni matria, que han llegado al poder, sin distingos de colores, y elegir en conciencia en las próximas elecciones, a personas capaces para el desempeño del encargo y honestas. Es urgente reparar nuestro deteriorado tejido social con el hilo finísimo de los principios éticos que hacen de la política el mejor instrumento para generar bien común.

Es de sentido común que tras un año tan accidentado, para decirlo de manera educada, en los ámbitos de la salud, de la economía, de lo social, de la vida institucional, de la gobernanza, de lo político, no estemos deseando los mexicanos una mejoría, aunque sea pequeña, pero que nos aliente a pensar, a sentir que el 2021 no será una réplica de los 365 que acaban de concluir. Debemos exigir al gobierno que parta de un diagnóstico apegado, aunque sea poquito, a la realidad, que tenga la humildad de reconocer los yerros cometidos y una genuina voluntad de enmendarlos. Un gobierno desconectado de la realidad no sirve. Las evidencias están a la vista, máxime si las compulsa con las expectativas que generó en el ánimo de mexicanos que creyeron en sus banderas. En su hoja de ruta gubernamental destaca su empecinamiento en pulverizar la capacidad de respuesta de la sociedad para reaccionar u objetar lo que sucede. La polarización entre mexicanos no acarreará nada bueno, está alimentando una debacle perversa que de estallar va a provocar mucho daño. Me preocupa su voracidad por el poder y su desprecio por la división del mismo. Hoy ya va contra los organismos autónomos y las diputaciones de representación proporcional, en nombre de la “austeridad republicana”. Los primeros se crearon para desvincularlos del control gubernamental que los hacía disfuncionales y dependientes del capricho del gobernante en turno; las segundas, porque las minorías también tienen derecho  a representación en el Poder Legislativo. En las democracias más consolidadas, verbi gratia, la alemana, tienen escaño los de representación proporcional. Lo que debiera proponer es la disminución, hoy son 200 en la Cámara de Diputados, a 100, y la desaparición de los 32 senadores de representación proporcional, que son una aberración jurídica, dado que el Senado representa entidades federativas, no población. La propuesta de disminución no es nueva, pero no ha prosperado.

De verdad que no son tiempos para permanecer en calidad de espectadores, mis queridos compatriotas.

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