Vísperas

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Para Mauricio de Maria y Campos, funcionario internacional, intelectual, visionario y amigo.

Por: Julio Faesler

Vivimos las vísperas de lo que muchos creemos que será una elección histórica. Hace décadas México pasó de un régimen centralizado y totalitario pero que en setenta años de gobierno sacó al país de la confusión que siguió a la Revolución de 1910 para colocarlo en la plataforma de un desarrollo ordenado con preocupación social. Ese partido, el PRI, perdió su dominio político en 1997 cuando dejó de ser la mayoría en la Cámara de Diputados.

De ahí en adelante el país entró a una larga transición que dio lugar a alternancias entre el PRI, descrito por sí mismo como de izquierda dentro de la Constitución, y su opositor de derecha liberal, el PAN, mismo que acabó ganando la presidencia en 2000.

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Con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018, al frente de una coalición de partidos de avanzada izquierda, el gobierno dio una vuelta ideológica e inauguró un ambicioso camino que ya lleva dos años y medio en el poder comprometido a transformar la vida del país.

A poco más de la mitad de su sexenio, la ciudadanía ha tenido ocasión para aquilatar los muy discutibles pasos que van sumándose a la presidencia del líder tabasqueño. Ante las elecciones en puerta es válido preguntarse si México ha de continuar la ruta que López Obrador marcó hacia lo que muchos prevén como un país de corte autárquico, o bien, si los resultados de los comicios mandan suspender el proceso en marcha para retomar el camino del liberalismo capitalista que para muchos corresponde a la manera de pensar y hábitos de la mayoría de la población ya 60% urbanizada.

El dilema es claro si se toma en cuenta que una buena parte de las medidas que han sido puestas en práctica por el presidente son altamente centralistas, muy al estilo populista de las repúblicas “democráticas” de convicción anti capitalista y dictatorial. Esta perspectiva prende todas las alarmas en una multitud de áreas de actividades nacionales que requieren un ambiente de libertad para existir y crecer.

Por el contrario, la necesidad de respetar en la convivencia nacional toda la gama de derechos que integran un estado de libertad genuinamente democrático para todos dentro de la ley que es lo que se advierte como una vocación arraigada en la accidentada historia de la sociedad mexicana.

Como muy pocas veces antes, las próximas elecciones plantean sin exceso de dramatismo literario, pero sí con nitidez, la disyuntiva que tiene que resolver el elector entre alentar con su voto que continúe el proceso transformador ya en marcha, o como se ha venido viendo que es perfectamente posible impedir mediante la acción legislativa, judicial y a través de los órganos autónomos, que siga de frente  la destrucción social y financiera del país que Morena se obstina en realizar.

 Independientemente de toda discusión teórica, el posible triunfo de AMLO   significaría el renovado control de Morena de la Cámara baja lo que impulsaría su meta de cambiar la Constitución al modelo de las “populares” de otros países, con un corte diametralmente distinto de la ”liberal” actual que, aunque tasajeada inmisericordemente con reformas, nos rige bajo el principio supremo del respeto a las libertades. Dentro de este proyecto, AMLO promueve el esquema de democracia directa mediante consejos locales formados siempre por adeptos de Morena que Amlo confía tener confirmado el respaldo de 60’% del electorado.   

La importancia de las elecciones del 6 de junio a la mitad del sexenio de López Obrador está en la de casi todos los partidos que han lanzado candidatos para llenar más de 2000 cargos de los que 500 son federales y 15 gubernaturas que también están en juego. Confiados en su respaldo popular la alianza Juntos Haremos Historia, formada por los partidos Morena, Ecologista. Redes Sociales, PES y del Trabajo y PES, insisten en programas sociales del gobierno en que destacan los destinados a adultos mayores y estudiantes.

Por su parte, los preocupados seriamente y alarmados por la perspectiva de un México de libertades y comprometidos con la modernización industrial, técnica y cultural del país, han formado la Alianza Va Por México integrada por el PAN, PRI y el PRD.

La gravedad de la amenaza que en México gane el partido en el gobierno con una agenda “socialista” ha provocado en muchas áreas de la ciudadanía un despertar comparable al que se dio cuando las organizaciones cívicas le quitaron al gobierno  los mecanismos electorales para asegurar su autonomía. Hoy existe una pléyade de grupos cívicos que reúnen a miles de voluntarios que trabajan para el éxito de la democracia el 6 de junio.

La trascendencia de la decisión que el electorado tome es profunda y en cualquier sentido afectará a la vida nacional por muchos años. De realizarse la 4ª Transformación de AMLO, la posición internacional de México cambiaría radicalmente en asuntos mundiales que esperan la colaboración constructiva que que solo podremos ofrecer con un gobierno que sepa el lenguaje de solidaridad que López Obrador jamás ha entendido.

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