Urge frenar el creciente autoritarismo

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Por: Marcos Pérez Esquer

A estas alturas ya nadie puede seguir dudando que la 4T está llevando a México a convertirse en un régimen autoritario casi dictatorial.

Hay varios tipos de dictaduras, las hay militares, de partido único, personalistas, híbridas, etc., pero son común denominador de todas ellas la concentración de poder en una persona o grupo de personas, y la escasa o nula tolerancia al pluralismo político y la libertad de prensa.

En México parece estar conformándose una de tipo híbrido en la que se combina el modelo personalista que implica la presencia de un líder mesiánico, que a la vez intenta reinstaurar el modelo de partido único o casi único (partido hegemónico), con el modelo militar. No en balde se le entrega a las fuerzas armadas importantes áreas del gobierno (construcción de bancos del bienestar, construcción y administración del aeropuerto, operación de puertos, mando sobre la policía, etc.).

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Este modelo de dictadura híbrida ha venido concentrando rápidamente el poder, capturando a otros poderes y órganos del Estado mexicano, sea por la vía de la cooptación (como en el caso de la CNDH, o de los órganos reguladores), o de la amenaza (como en el caso de la Auditoria Superior, o del Poder Judicial, incluido el Tribunal Electoral). Además, con su mayoría artificial, el líder carismático dicta leyes a contentillo, y hasta ordena a sus súbditos en el Congreso “no mover ni una coma”.

Pero decíamos que además de la concentración del poder, las dictaduras se caracterizan por su intolerancia a la pluralidad política y la libertad de prensa. Y en esto es en lo que más ha avanzado el modelo autoritario en estas últimas semanas.

En cuanto a la pluralidad política, el régimen lanza virulentos ataques contra el árbitro electoral. El presidente de la República lo agrede no solo directamente, sino que manda a su Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, a descalificar al INE pidiéndole ser “discreto y neutral”, con lo que, a contrario sensu, le está reclamando ser protagónico e imparcial. El presidente del INE, Lorenzo Córdova, tuvo que salir al paso a responder que “ser discreto y neutral no significa ser omiso e indiferente ante la aplicación de la ley, en ello debe ser estricto y puntual”. Y no solo a la ex ministra envía AMLO al ataque, sino a sus huestes morenistas encabezadas por Dante Delgado, que le hacen un plantón al INE exigiéndole la restitución de la candidatura a gobernador a Salgado Macedonio, quien no solo ha sido acusado de varias violaciones sexuales, sino que simple y sencillamente no presentó informe de gastos de precampaña como exige la ley, y para cuya falta prevé precisamente la cancelación de candidatura. Y también a su aliado el empresario Ricardo Salinas Pliego, el multimillonario más beneficiado de este régimen, ha enviado a proponer la peregrina idea de eliminar el INE.

La instrucción es clarísima, acabar con el INE, que es de los pocos entes que siguen siendo autónomos. Las consecuencias de ello para nuestra democracia pueden ser mayúsculas. ¿Quién organizaría las elecciones en el futuro si acabamos con el INE? ¿el propio gobierno, como ocurría hace 30 o 40 años? ¿Sánchez Cordero? ¿los servidores de la Nación? ¿quién?

Pero no solo la pluralidad política sufrió embestidas en estos días, la libertad de prensa también.

Cuando el Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió un informe sobre derechos humanos en México, en el cual, con base en información de la ONG “Artículo 19”, cuestionó al gobierno mexicano por atacar a periodistas, López Obrador descalificó a la ONG señalando que recibe financiamiento de exterior. ¿Pues qué quería?, es una institución internacional. Pero lo importante está en que cuestione al informante en vez de ordenar una investigación sobre lo denunciado. Y claro, al Departamento de Estado ni lo menciona; el miedo no anda en burro.

Y contra Carlos Loret de Mola también acometió el presidente en estos días. Una hora y media dedicó en su mañanera a recordar el montaje del caso Florence Cassez ocurrido ¡hace 15 años!, pero nada responde a sus recientes reportajes sobre los video-escándalos de su hermano Pío López Obrador, sobre los contratos en Pemex de su prima Felipa Obrador, sobre el dinero que Bancomext entregó a su comunicador Epigmenio Ibarra, sobre el enriquecimiento inexplicable de su amigo Manuel Bartlett, etc. Acá tampoco importa investigar, sino acallar la crítica.

Concentrando el poder, mermando la pluralidad política y restringiendo la libertad de prensa, el modelo autoritario seguirá avanzando hasta que las y los ciudadanos le pongamos un alto. El 6 de junio será un buen momento para hacerlo.


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