Apenas asumió el cargo, Donald Trump se dio a la tarea de firmar órdenes ejecutivas –algunas violatorias a la Constitución de los Estados Unidos como negar la nacionalidad por nacimiento–, mediante las cuales busca llevar a los hechos su anunciada política intervencionista y beligerante contra diversos países, incluidos sus socios comerciales como México y Canadá, pretextando llevar a su nación a una era dorada no importando violar acuerdos comerciales y desmantelar su política climática, ambiental y energética, para priorizar el uso de combustibles fósiles, llegando al extremo de ordenar el desmantelamiento de parques eólicos y la cancelación de autos eléctricos.
Como lo había anticipado, el magnate que retornó a la Casa Blanca, ha declarado una emergencia en la frontera sur con nuestro país, cerrando de inmediato la plataforma CBP One, que permitía solicitar asilo a los migrantes e iniciando deportaciones que, a su decir, sumarán millones no solo de connacionales sino de centroamericanos, para revivir el programa Quédate en México.
Trump declaró como terroristas a los cárteles de la droga en México, no exentando una intervención militar a nuestro país, invocando un vetusta Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, temas a los que la Presidenta Claudia Sheinbaum dio puntual respuesta reiterando que se buscará con la nueva administración una comunicación y diálogo respetuoso para garantizar nuestra soberanía nacional.
El mandatario americano consiguió en solo unas horas poner en guardia y alerta no solo a sus socios comerciales, tras anunciar la imposición de un arancel del 25 por ciento a todas sus importaciones; el gobierno de Canadá indicó que habrá una respuesta fuerte a Trump si porfía en tal gravamen. Panamá rechazó la amenaza del gigante del norte por despojarlo del canal que le fuera devuelto en 1999.
Pero no solo en un mundo globalizado donde Estados Unidos ya no es la economía preponderante, aparecieron voces reprobando la posición contraria al derecho y los tratados internacionales de Trump, también al interior de la Unión Americana comenzó la resistencia a las impositivas medidas.
Su anuncio de retirarse del Acuerdo de París no hizo eco en muchos estados de la Unión Americana; el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, dijo que su ciudad como muchas otras no abandonarán su deber de proteger al planeta de un colapso ambiental. Rehuir a su compromiso contra el cambio climático podría ocasionar que los Estados Unidos sumen emisiones por unos 4 mil millones de toneladas de carbono para el 2030.
Otra de las órdenes de Trump impugnadas a unas horas de emitirse, fue el cancelar la ciudadanía por nacimiento. Por lo menos 22 estados interpusieron demandas por considerarla violatoria la Enmienda 14 de la Constitución, cuyo origen buscó acabar con la esclavitud tras la Guerra Secesión.
Contrario a lo que muchos esperaban, el gobierno mexicano anunció todo un programa de apoyos a los connacionales que sean deportados, mismo que contempla el ofrecimiento de empleos por parte de un acuerdo coordinado con el sector empresarial. Ante las amenazas del trastornado mandatario estadounidense, es momento de que todos los sectores cerremos filas en torno a la Presidenta Claudia Sheinbaum, valorando la opción y oportunidad de fortalecer nuestra economía y mercado internos, volteando a ver al sur del continente como una nueva opción comercial.
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