Un mal Cantinflas

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Por: Alejandro Díaz

Mario Moreno, Cantinflas, es quizá el actor mexicano más conocido en el mundo y el mejor pagado, se ganó el aprecio del pueblo mexicano durante más de 40 años. Hizo carpa, teatro y cine (más de 50 películas en México además de varias en Estados Unidos) mostrando un lenguaje enredoso con un humor caótico que arrancó carcajadas a dos generaciones. En sus películas representó a un hombre de clase baja que ascendía a poderoso servidor público. Y hablando mucho sin decir mayor cosa elaboró la teatralidad sobre la substancia.

Con un conocimiento limitado sobre las diversas funciones públicas logró resumir en pocas frases argumentos demoledores contra adversarios poderosos. Con gran habilidad mostró -sin conocer realmente lo suficiente para desempeñar cargos- cómo lograr abrumar a quienes pudieran evitar su ascenso político. Recordemos El ministro y yo, Su Excelencia, Si yo fuera diputado, etc. Todos tenemos presente su habilidad elocuente y su capacidad para sobreponerse retóricamente a quien se le opuso.

El inquilino de Palacio no se diferencia de la descripción anterior del comediante aunque ocupe el puesto más importante del país. Con una capacidad retórica fuera de duda tiene como hipnotizada a parte de la población. No importa lo que diga ni cómo lo diga, millones creen en él a pesar de faltar a la verdad y contradecir números oficiales.

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Sus seguidores creen que en verdad logró erradicar el huachicol, que acabó con la corrupción en la compra de medicamentos e insumos hospitalarios, y que los familiares de niños con cáncer buscan dar un golpe de Estado, que vale la pena salvar a PEMEX y que no existe espionaje alguno contra periodistas que le contradicen.

También le compran la idea de aferrarse al dicho de abrazos, no balazos creyendo a pie juntillas que terminará con la pesadilla de la inseguridad en el país. Cuando declara sobre el mal estado de la Seguridad Pública, en vez de ver cómo reducir el control territorial del narco o inhibir el número de homicidios (en este sexenio la cifra de homicidios se ha disparado), prefiere encontrar culpables en gobiernos opositores y demandar que sean ellos los que la solucionen.

También le creen que las energías limpias (eólica y solar) son las que encarecen la electricidad por el hecho de ser de propiedad privada, y que no importa que la CFE contamine el ambiente quemando combustóleo pues emplea productos nacionales.

Él sigue sin darse por aludido respecto a la utilidad del uso de cubrebocas y sigue intentando combatir la pandemia con los métodos poco científicos que le recomendó un personaje similar a él pero sin suficientes recursos retóricos y mentales. Como el peor pronóstico, la llamada “tercera ola” es producto del relajamiento anticipado de medidas. En el fondo no le importa que la retórica no prevenga contagios, lo que le importa es mantener la atención de su público.

Está decidido a ayudar a países vecinos (Honduras, El Salvador, Cuba) antes que cumplir sus obligaciones con los mexicanos más pobres que desde la campaña dijo eran prioridad. Habla de terminar con la corrupción heredada, y hace que le crean aunque haya más de 50 mil millones de pesos gastados sin comprobar en este sexenio. Calla sobre la suspensión de las licitaciones públicas para asignarlas directamente.

Con su cantinfleo, con sus “otros datos”, manipula verbalmente todo intento de desmentir sus dichos, denigra a sus adversarios y busca distraer la atención de los medios. Recurre a diversos asuntos ajenos que tienen nada que ver para captar la atención de los medios, y del público, para que le dediquen su atención sólo a él.

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