Soplan vientos de odio

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Hemos visto la catarsis a través de las redes sociales, como expresión de rechazo al que piensa diferente

“Quien siembra vientos cosecha tempestades” así reza el refrán popular que le viene como anillo al dedo a los tiempos y humor social en México. Tal y como lo admitió cándidamente la flamante diputada federal de Morena, Patricia Armendáriz, “Las mañaneras son la repetición de una doctrina”, en las cuáles el Presidente se dedica a sembrarodio y división entre los mexicanos, culpando sistemáticamente y de todo al pasado, incluso a aquel del que él formó parte.

Lejos están de ser un ejercicio serio y republicano de rendición de cuentas, pues como ya lo confirmó el INE: violó 29 veces la veda electoral durante esos ejercicios propagandísticos, cuya más deleznable aportación será el infame “yo tengo otros datos”. Y a propósito de los datos en ellas ofrecidos, abrumadora la cifra de Luis Estrada de SPIN-TCP de 64 mil 512 afirmaciones falsas o engañosas acumuladas durante las 713 mañaneras, 90 en promedio por conferencia.

Las mañaneras cumplen con creces con su propósito de distraer la atención de los temas de fondo del país. como la pandemia y las muertes que no se supo evitar, la aletargada economía, el incremento galopante de homicidios dolosos, los hoyos negros para el erario de CFE y Pemex, el quebranto de las finanzas estatales por falta de federalismo hacendario, los feminicidios y el maltrato a los migrantes. Cuando no basta la ocurrencia, la provocación o la sandez matutina se debe recurrir al exceso como la rifa del avión, las disculpas por el pasado o incluso leer los tuits que insultan soezmente a Beatriz Gutiérrez Müller.

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Toda la comunicación política potenciada desde Palacio Nacional con toda la fuerza del Estado tiene como idea central anquilosar en el pueblo de México el dilema maniqueo de tener que escoger entre buenos y malos, entre blanco y negro, sin espacio para los grises, ni para la pluralidad, ni la tolerancia de un país con enormes asimetrías sociales que enfrenta el reto de crecer unido y fuerte como un nuevo crisol ante el reto de un mundo globalizado.

Esta premisa esquizofrénica de que toda crítica a la 4T está anidada en el odio, la “mala leche”, el sabotaje y deseo de lastimar al “rayito de esperanza”, refracta cualquier posibilidad de diálogo e intercambio democrático, pues nada de lo que opinan quienes piensan diferente puede ser valioso, sensato o atendible, en tanto que carece del elemento legitimador de militar en la feligresía del “pastor matutino” desde el púlpito virreinal.

Esa cizaña de división y de diferenciación social ha llegado incluso a condenar y discriminar a la clase media por ser aspiracionista”en un país denominado en el concierto internacional como economía emergente, vaya despropósito monumental. Es en esa esencia de un Presidente cangrejo, que reniega del éxito ajeno, pero sobre todo de aquel que se alcanza sin necesidad del gobierno, lo que junto con la narcopolítica y la pobreza, más está lacerando a nuestra sociedad.

Es así como recientemente hemos visto expresiones de ambos extremos de profunda intolerancia y virulencia absolutamente condenables. Se trata de la catarsis del odio a través de las redes sociales, como expresión social de rechazo al que piensa diferente, por eso, por ejercer su criterio y libertad y atreverse a pensar en voz alta.

Así se explican casos como el de Beatriz Gutiérrez Müller y Denisse Dresser, quienes, según un estudio realizado por el Colegio de México, reciben 95% de mensajes negativos en sus cuentas de Twitter. En ese estudio, Sergio Aguayo concluye que “la violencia en contra de las mujeres sigue en aumento sin que haya una estrategia real para abatirla. Esta violencia incluso se ha trasladado a escenarios virtuales como las redes sociales”, tal y como también sucedió recientemente con la senadora Lilly Téllez y la respetada periodista Mónica Garza, ambas exitosas y destacadas mujeres que ejercen su profesión con liderazgo, carácter y valentía, y que por un tuit fueron víctimas de violencia orquestada, de un nado sincronizado digital de pirañas intolerantes que llegaron al exceso de atacarlas por ejercer su libertad de expresión y de la manera más vil, atacando, en el caso de la senadora, a su hijo menor de edad y a su esposo, y en el de la periodista a su hija y a su papá.

También en este contexto, aunque sin llegar a la violencia familiar y los excesos, se inscriben las manifestaciones de rechazo a un diario de circulación nacional por haber incorporado como articulista a Katu Arkonada, por considerarlo un “terrorista etarra” por haber sido encarcelado en España por sus vínculos con el terrorismo. Pero llama la atención que aún con esos antecedentes, la violencia y rechazo social en su contra no llegó, como en el caso de Lilly y Mónica, a las agresiones a sus familiares más cercanos, vaya ironía.

Como reza otro dicho popular “el lodo se seca pronto y cae solito”, pero si alguien lo “riega” todos los días por las mañanas difícilmente secará, pues tiene un jardinero fiel que a diario siembre, cuide y coloque abono presidencial en las tierras de la división y resentimiento social. De ahí que nuestra obligación es aprender a disentir con respeto y tolerancia, y no contribuir más a los tiempos convulsos que han generado estos vientos de odio exacerbado en México.


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