Nadie puede negar la alarma que ha causado Trump desde que ganó las elecciones. No es para menos. Los últimos meses se dedicó a amenazar a diestra y siniestra y ayer mismo comenzó a dar forma a sus amenazas anunciando la militarización de la frontera con nosotros, las deportaciones masivas, la calificación de terroristas a los cárteles mexicanos del crimen organizado y reclamó el Canal de Panamá. No es poca cosa para un discurso de toma de posesión.
En nuestro país ha surgido una nueva especie de analista y de político “el trumpólogo”. Personas que sienten, imaginan o piensan que conocen a Trump como si se tratara de uno de sus compañeros de escuela o un vecino de la infancia: “Trump es así y asá; a Trump no le gusta esto, cuidado con esto a Trump le enoja mucho: Trump no es así, él no se anda con juegos; a Trump hay que tomarlo en serio; Trump viene ahora sí por todo, más vale andarse con tiento; lo que hay que hacer con Trump es tener la cabeza fría”; y la típica: “Trump no se va a dar un balazo en el pie”. En fin, que todos dominan el tema sin realmente tener una idea clara de qué es lo que puede hacer este hombre. Sus discursos son tan predecibles como impredecibles sus barbaridades.
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