¿Por qué no se habla del culto a la personalidad en Morena?

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Durante el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, realizado en 1956 luego de la muerte de Joseph Stalin, quien fuera secretario general de PCUS y su sucesor Nikita Jrushchov, aprovechó la oportunidad para denunciar –entre otros males que consideraba negativos para su país— algo que se interpretó no sólo como un rompimiento con su predecesor, sino una acusación acerca de algo que incluso era contrario a la ideología que sostenía su partido.

“Después de la muerte de Stalin el Comité Central del Partido comenzó a estudiar la forma de explicar, de modo conciso y consistente, el hecho de que no es permitido y de que es ajeno al espíritu del marxismo-leninismo elevar a una persona hasta transformarla en superhombre, dotado de características sobrenaturales semejantes a las de un dios. A un hombre de esta naturaleza se le supone dotado de un conocimiento inagotable, de una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento que le permite prever todo, y, también, de un comportamiento infalible”.

Jrushchov, en lo que posteriormente se conocería como el “discurso secreto” –que no sería publicado en la gaceta del Comité Central del PCUS sino hasta 1989 en el contexto de la Glasnost—, señaló de manera severa que “debido a que todos no se han dado cuenta cabal de las consecuencias prácticas derivadas del culto al individuo, del gran daño causado por el hecho de que se haya violado el principio de la dirección colegial en el Partido, concentrando un poder limitado en las manos de una persona, el C.C. del Partido (considera) absolutamente necesario exponer los detalles de este asunto al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética”.

Pero como escribió Karl Marx en su obra El 18 de Brumario de Luis Bonaparte: “la historia ocurre primero como tragedia y después como comedia”.

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Ahora en México reeditamos el culto a la personalidad luego del paso de López Obrador en la presidencia el sexenio pasado, pues con resultados cuestionables y que no resolvieron definitivamente los problemas que tenemos como país, varios de sus fanáticos quieren elevarlo a un altar.

Primero fue una estatua en el municipio de Atlacocmulco, Estado de México, en donde el presidente municipal Roberto Téllez Monroy, a pocos días de que concluyera su gestión, develó la obra, alegando que le «nació» ordenar que se esculpiera la estatua que no puso el acento en «Andres» y que fue derribada al poco tiempo de ser presentada en público.

Esto a pesar de que en varias ocasiones el propio López Obrador se pronunció en contra del culto a la personalidad y que manifestó su deseo de que no se use su nombre en estatuas, obras o calles algo que por supuesto no ha importado para surgan iniciativas que van en contra de sus deseos.

Incluso sus fanáticos han llegado al extremo de pedir a la presidenta Sheinbaum que sea declarado héroe nacional, tal vez por sus ¿resultados? o porque al igual que los Vengadores de Marvel impidió una invasión extraterrestre, se pregunta un pueblo mexicano sumido en la corrupción, enfrentando la inseguridad y la inflación y con la preocupación constante de qué hacer si se enferman por el desabasto de medicinas o la mala atención y equipamiento de los hospitales públicos.


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