PAN, el llamado en la CDMX

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Una vez concluido el proselitismo electoral y entregadas las constancias de mayoría por el Instituto Electoral de la Ciudad de México a diputados locales y alcaldes ganadores, el nuevo mapa político que se dibuja en la capital del país derriba la percepción generalizada de que ésta sólo puede ser gobernada por un solo partido. Esto es, los votos en las urnas dejan ver que en ella persiste la convivencia de una sociedad plural, compleja y, hasta cierto punto, escéptica de sus autoridades locales, por lo cual está dispuesta a reconsiderar alternativas con capacidad de ofrecer gestiones más cercanas a las necesidades de la gente y nuevas soluciones a viejos problemas, al margen de ideologías.

¿Mejor aún? Son señales de que la polarización reinante en el discurso de tiempo atrás a la fecha no es variable relevante para determinar un triunfo abrumador en los procesos electorales. Ello porque la sociedad muestra signos de estar exhausta de un discurso centrado en el conflicto político entre tomadores de decisión y comienza a motivar el desarrollo de un debate más amplio, fresco y propositivo, en espera de que mejoren la calidad de vida y los servicios públicos en las colonias de las distintas alcaldías. Esta tendencia parece tener inercia de bola de nieve, si se considera, además, que el curso de la pandemia ha dejado serios estragos en el bienestar de los hogares, sin que en la actualidad parezca existir la efectividad en la respuesta oficial a esas demandas ciudadanas.

Así, la Ciudad de México pasa por un momento crítico y con posibilidad de un cambio más profundo en el mediano plazo, pero esto no sólo es producto del covid-19. Vivimos el último eslabón de una larga cadena de deterioro y promesas a medio cumplir que han venido lastimando el ánimo social en la entidad. Esto porque, en lo general, desde 1997 la izquierda prometió hacer juntos una ciudad para todos, así como en las fechas más recientes el garantizar una ciudad de derechos. Sin embargo, en estos casi 25 años la capital del país ni es una ciudad para el disfrute de todos, como mucho menos ofrece la observancia generalizada de las garantías más básicas. Por más discursos y lemas, la realidad termina siempre golpeando a la puerta de los hogares.

Toca a la puerta de las familias la inseguridad, como también la persistente incertidumbre económica. Así lo muestran los estudios de opinión pública, la cobertura de los medios de comunicación y lo explican —en gran medida— el cambio de tendencias expresado en las urnas este junio, si se comparan con el proceso constitucional ocurrido tres años atrás.

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Sin embargo, existen a la par otros problemas de largo plazo que afectan de manera directa la calidad de vida de los capitalinos y, más grave incluso, pueden poner en duda la viabilidad misma de la ciudad sin que las autoridades los hayan ubicado entre sus prioridades más inmediatas. El que destaca refiere al abasto y manejo sustentable del agua. La sobreexplotación de los acuiferos, la falta de plantas de tratamiento de aguas residuales, la sequía progresiva del Sistema Cutzamala y la insuficiencia de líquido en presas, está desde ahora dejando riesgos de cortes de agua en una docena de alcaldías y en un número similar de municipios del Estado de México. ¿Y cuál es la política pública más llamativa en el rubro? La destrucción de un humedal para construir un distribuidor vial en la zona de Xochimilco que, de acuerdo con especialistas, impediría la filtración de agua de lluvia al subsuelo.

Un segundo botón de muestra refiere al de la movilidad. No sólo por las implicaciones en la salud ante la recurrencia de las contingencias ambientales, sino por su impacto en el bienestar de las familias. Desde hace varias administraciones, el gobierno de la ciudad ha priorizado recursos e infraestructura a favor del uso de vehículo particular. Tan sólo basta recordar la construcción de los segundos pisos, la deficiente infraestructura ciclista, que ha aumentado el número de víctimas, así como los hechos de la Línea 12 del Metro, para darse una idea del poco esmero que merece el ciudadano de a pie.

Y es aquí donde el Partido Acción Nacional tiene la gran oportunidad de mostrar su fuerza de cambio ciudadano. Al PAN ya se le concedió el beneficio de la duda en la pasada elección. En ella consiguió casi tres de cada diez votos emitidos, cinco diputaciones en solitario y siete en el marco de la alianza, más la ratificación de su liderazgo en las alcaldías de Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Coyoacán y Azcapotzalco. De cara al 2024, ha llegado la hora de que el PAN, con buen gobierno y apertura ciudadana, atienda finalmente el llamado de la Ciudad de México.


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