¿México se merece este tipo de gobierno?

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Es característica de un gobierno populista el lograr “adormecer” al pueblo con
bonitas palabras, aunque no se refieran a la realidad o, como dijo Abraham Lincoln:
La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras
mayores”, o también, es la capacidad de desviar la atención, atendiendo problemas
secundarios para soslayar los problemas más graves.

Así, la cuestión de la inseguridad, con sus muertos, sus desapariciones,
extorsiones, drogadicción, secuestros, etc., son minimizados o se ocultan con
estadísticas que pudieran mostrar una cierta disminución, pero que siguen
exponiendo un gravísimo problema con terribles consecuencias sociales.
Sin embargo, una consecuencia de esta evaluación oficial de “son cosas que pasan”
o de que “los narcos y delincuentes también son seres humanos”, sin discriminar
entre ciudadanos a los que se ha jurado defender y delincuentes a quienes se ha
jurado perseguir y aplicarles la ley, nos muestra un gobierno extraviado, temeroso y
que aplica la “ley de dejar hacer, dejar pasar”, convirtiéndose también en reo de “no
cumplir y hacer cumplir la Constitución de la República Mexicana”.
Habría que considerar que el ciudadano o la sociedad que no lucha contra la
inseguridad y la violencia, termina por ser víctima de esa violencia.
Es hora de preguntarnos qué debemos y qué podemos hacer contra este cáncer
social, que hemos dejado crecer tanto, que ya nos parece irremediable; sólo con la
unión de un buen gobierno y una sociedad preocupada y decidida puede lograrse
el cambio de lo que alguna vez permitimos por ignorancia, por indolencia o por
conveniencia. Hay varios ejemplos de cómo se ha logrado revertir esta
complicación: en Estados Unidos frente a los “gángsters” y el hampa organizados
en los años treinta; o bien, en Italia que se enfrentó a las bandas sicilianas y
posteriormente el terrorismo de “las brigadas rojas”. En fin, si se quiere “gozar del
derecho a la seguridad y la vida, no olvidar que, cómo dijera Mahatma Gandhi: ‘Todo
derecho que no lleva consigo un deber, no merece luchar para defenderlo’”.
En la misma forma están otros asuntos que están afectando porque los ciudadanos
y la sociedad organizada han permitido que ocurran y que crezcan, como es el caso
de la corrupción en el gobierno, en la cual todos hemos sido parte y cómplices de
ella, no sólo cuando nos piden “mordida” sino, peor aún, cuando la ofrecemos.
Donde más corrupción se ha detectado es en la obra pública, donde son cómplices
funcionarios públicos y empresarios; también en la aceptación y la infiltración de los
cárteles millonarios que lo mismo otorgan cuantiosas sumas a los gobernantes que
amagan a funcionarios y sus familias, y que se hacen “de la vista gorda” para “no
meterse en líos”.

Como dijera el cantante Joan Báez, “si no peleas para acabar con la corrupción y la
podredumbre, acabarás formando parte de ella”, como ha acontecido a muchas
familias que por miedo o por conveniencia se han integrado a alguna de las bandas
y han terminado, como dijera Don Porfirio Díaz, “en el entierro, el destierro o el
encierro”.
Si es cierto que los pueblos tienen el gobierno que se merecen, también sería cierto
que tenemos la mala educación que nos merecemos o el mal servicio de salud, o
los malos servicios públicos, o el gobierno ineficiente y retrógrado que nos están
imponiendo.
Una vez que por nuestro voto llegó este gobierno, no significa que hemos de tolerar
que haga lo que quiera, máxime que prometió cosas distintas en su campaña y si el
pueblo se equivocó al elegir, “el pueblo puede y debe corregir, ya sea con una
revocación de mandato, con esta próxima elección y o con las constantes
exigencias con mítines, plantones y marchas, a pesar de que con ello se esté
corriendo el riesgo de actos de violencia pues, como también se ha dicho, “los
derechos no se piden, se exigen o se arrebatan”.
Siempre se ha hablado de “una delincuencia organizada”, pero no se habla de “un
gobierno organizado y eficiente y tampoco se habla de una sociedad organizada” y
precisamente buena parte de la solución está en la organización de la sociedad, con
exigencias comunes para no poner en riesgo a los líderes.
Hoy, el hampa y los carteles están compitiendo como candidatos y mañana se corre
el riesgo que tengamos un narco gobierno y después, un narco estado.
Todo está en nuestras manos para detener esta podredumbre social.


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