La sucesión presidencial

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Ante la prematura apertura a la sucesión presidencial, los tiempos políticos sufren una apresurada modificación, tanto al interior de Morena, que finalmente es acomodaticia a las ordenes superiores, como en los partidos de oposición, ya que, al adelantar las cosas, cambian las dinámicas, sobre todo en lo relativo a la agenda nacional, ya que ahora siguiendo las viejas costumbres todo gira alrededor de ese tema.

La lógica es poco prudente, si algo es importante en la materia es la medición adecuada de los tiempos, pues constituye un activo no renovable, las circunstancias van marcando pautas en la toma de decisiones y, en la actual podemos advertir que muchas de ellas fuera de horario, poco afortunadas con lamentables resultados, eso sin adentrarnos a las formas para instrumentarlas que han sido fatales.

Ahora nos envuelve la forzada coyuntura, pues sin necesidad de hacer especifica mención el presidente ha mostrado inclinación por Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno. Las señales tuvieron repercusión, tanto Marcelo Ebrard como Ricardo Monreal, reaccionaron: ambos se auto destaparon, inclusive hubo quien dejo en claro que aparecería en la boleta, aunque no fuera como candidato del hoy partido oficial, el destinatario principal hasta ahora no acusó recibo.

Todo indica que han comenzado los golpes bajos, las filtraciones a los medios de comunicación revelaron el inicio de una batalla para alcanzar la anhelada candidatura.  Mientras ello acontece, sus repercusiones en la agenda nacional se tornan impredecibles, pues se suman elementos adicionales fuera de los previstos en el ejecutivo.

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Por su lado, los partidos de oposición con sus limitaciones necesitan entrar a un proceso de rehabilitación, a la par de impulsar liderazgos a la altura de competir en los próximos comicios, lo que, desde luego, no es tarea sencilla.

En las pasadas elecciones, las diferencias de votación en las coaliciones son mínimas, condición que refleja competitividad, aunque están ciertos de que esos resultados no implican ninguna garantía, por el contrario, los escenarios indican que hasta el momento no hay nada definido.

Ante esa realidad, ha comenzado el juego de ajedrez político, no olvidemos que a Andrés Manuel le resultó finalmente el ser candidato durante dieciocho años, quizás por ello, siguiendo la receta piensa que es lo conveniente, sin embargo, no es lo mismo ser servidor público que aspirante, el poder indefectiblemente desgasta y, por otra parte, él ya no será candidato.

Así, la oposición tiene mayores posibilidades de aprovechar la coyuntura, no obstante, también encuentra dificultades por superar, ponerse de acuerdo en principio en una agenda, establecer y cumplir con las formas, además localizar, convencer, consensar e impulsar liderazgos con el perfil adecuado, en la medida de superar las resistencias de estructuras internas, son aspectos vitales para recuperar la confianza ciudadana.

Esa es una disyuntiva que muchos nos hemos cuestionado, ¿estarán dispuestas las dirigencias partidistas a encabezar un verdadero movimiento ciudadano por el cambio o simplemente a continuar por el camino de la resignación?


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