Órale, raza, ¿qué creen? La mismísima presidenta Sheinbaum (sí, ya hay que irnos acostumbrando) se volvió a enchilar en Ixtapaluca. ¡Otra vez! Parece que los de Ixtapaluca no entendieron que a los eventos de la precid… digo, ya presidenta, uno va a aplaudir, no a protestar. ¿No les llegó el memo o qué?
El show debe continuar, ¡sin interrupciones!
A ver, mis queridos compatriotas, entiendo que a veces uno tiene sus quejas y sus penurias. Que si no hay agua, medicinas, sueldos prometidos, que si la inseguridad, que si la luz, que si el peso pluma ya no saca canciones chidas… Pero, ¿neta van a ir a un evento de la presidenta a recordarle sus pendientes? ¡Qué falta de tacto! Es como ir a un concierto de reggaeton a pedirle al cantante que le baje a la música. De verdad, hay que ser más empáticos. La señora tiene mucho trabajo. ¡No sean así!
Parece que a la presidenta se le olvida que la banda, el pueblo bueno y sabio, no siempre es una porra. No todos vivimos en el mundo color de rosa de Palacio Nacional, donde todo es «otros datos» y «vamos requetebién». Aquí afuera, en el México real, la gente se queja porque le duele la tripa porque no tiene medicinas, no porque tenga ganas de molestar.
¿La mañanera se extendió a todo el país?
Alguien debería recordarle a la presidenta que el país no es la mañanera. En la mañanera, con todo respeto, la presidenta es la único que habla y los demás, pues, escuchan y aplauden. Pero afuera de ese búnker de la información, la gente tiene voz, y a veces esa voz no canta las alabanzas que uno quisiera escuchar. Es como si pensara que todos los 130 millones de mexicanos somos sus corcholatas. ¡Pura demagogia!
Así que, presidenta, un humilde consejo de su fiel servidor: el pueblo no es una piñata a la que se le puede dar con un palo y esperar que solo suelte dulces. A veces suelta verdades incómodas, y hay que apechugar. O de plano, ponga eventos solo con chairos de clóset, esos que sí van a echar porras y no a protestar. ¡Ahí se las dejo de tarea!
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