La gallardía del centro

0
672

El centro existe. El mundo está polarizado, los fundamentalismos están de plácemes porque el pasto global está seco y sus chispas pueden incendiar la pradera, pero el centro-izquierda y el centro-derecha son opciones reales de poder. Así como no son lo mismo la derecha y la ultraderecha, tampoco lo son la izquierda de Lula/Dilma o Mujica/Tabaré o Lagos/Bachelet que la de Castro/Díaz-Canel o Chávez/Maduro o Daniel/Ortega (él y solo él). Aclaro esta obviedad porque la impugnan las pulsiones que reinan en la era de la ira, que da manotazos extremistas bajo el criterio tramposo de que hay que definirse y la falacia de que las posiciones mesuradas son fáciles y tibias. El centrismo no es neutralidad; bien entendido exige más inteligencia, convicción y valentía que el extremismo.

Las personalidades que asistieron a la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en CdMx desataron la polémica. Lo cuestionable no fue la presencia de los jefes de Estado de Cuba y Venezuela, ambos miembros de la Celac; lo fue, por lo insólito e innecesario del gesto, que el presidente Miguel Díaz-Canel haya sido orador en el desfile del 16 de septiembre. Me queda claro que el propósito del presidente López Obrador y del canciller Ebrard fue esgrimir la carta cubana como señal de soberanía frente a Estados Unidos, a la usanza de la política exterior mexicana del siglo pasado: soy tu aliado (T-MEC), pero tengo margen de maniobra (China hace ahora el papel de magro contrapeso que antes hacía la URSS). Por lo demás, pedir el fin del aberrante bloqueo a Cuba no era más que subirle un poco el volumen a la correcta postura de México en ese tema, y para ello bastaba el discurso de AMLO.

Y es que el medio es el mensaje. Al acoger a Díaz-Canel la 4T soslayó el deplorable récord del régimen cubano en derechos humanos, como en su momento hizo el PRI. Y ya se sabe: el priismo no podía ni quería entonces presumir de democracia, mientras que el obradorismo se declara hoy defensor del liberalismo y enemigo de golpear y encarcelar manifestantes. He aquí, dicho sea de paso, la gallardía del centro: es más difícil, pues demanda principios y definiciones más firmes y audaces, adoptar una posición equilibrada que correrse a los extremos. Si se pretende contrarrestar la desigualdad sin reprimir disidencias ni coartar la libertad de expresión se tienen que rechazar estas prácticas donde se den y no prestarle en nuestro día nacional un megáfono a quien las practica (y ya tenía el micrófono de la Celac). Tomar esta postura no es ser lacayo de ningún imperio (si acaso, del de la ley).

Aunque me habría gustado que lo hiciera desde que Trump era presidente, celebro que nuestro gobierno procure negociar con Estados Unidos desde la firmeza. Coincido además con su objetivo de refundar la OEA y fortalecer a la Celac. Pero, como AMLO suele decir, o somos o no somos. Ser de centro-izquierda obliga a comprometerse lo mismo con la redistribución de la riqueza que con el respeto inequívoco a los derechos humanos (para mí, por cierto, eso es ser socialdemócrata: conjugar justicia social y libertad individual, sin sacrificar ni una ni otra). Y en la defensa de este compromiso no caben el facilismo polarizador y la tibieza extremista.

-Publicidad-

There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí