La feria del disparate

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Por Juan Ignacio Zavala

Hay que reconocer que la cuarta transformación no deja de sorprender. La gigantesca capacidad para la ocurrencia y el disparate no tiene límite. No hay freno para sus participantes; parece una feria de la verborrea. No importa la tribuna, mientras más importante, la burrada es mayor. Las intervenciones públicas, empezando por las del Presidente, no pasan por alguna clase de tamiz. Pueden decir una cosa y contradecirse en el mismo evento sin problema alguno. Como sabemos, es el Presidente el que lleva la batuta en el desvarío. Comparte poco su escenario, de hecho, los privilegiados han sido López-Gatell, también conocido ‘el doctor muerte’, y la ‘Miss Vilchis’, mujer responsable de acusar a periodistas y tuiteros de hablar mal del Presidente.

Esta semana, la miss anunció enfrente del director de la escuelita, que el debate en Twitter era “irrelevante” por el escaso porcentaje de la población que usa esta red social. Pues para ser irrelevante su jefe le da mucha importancia, porque en ese mismo evento citó diversos tuits y la propia funcionaria se ha dedicado a satanizar las cuentas de Twitter de diversos periodistas. “Las benditas redes sociales”, como las bautizó el día de su triunfo el propio López Obrador, parece que ya se le voltearon porque ya empezaron a satanizar al medio. Hace unos meses el Presidente explicaba que Twitter era una red para fifís y que el pueblo se expresaba en “el Feis”. Para ser un espacio irrelevante, el Presidente y los suyos le dedican demasiado tiempo al Twitter y, como buenos tuiteros, viven permanentemente ofendidos con lo que ahí se publica.

Es claro que el ejercicio de gobierno en este sexenio se reduce a tuitear y mandar videos, postear y andar en “el Feis”. Nada le gusta más al Presidente, después de empujarse unas tlayudas o medio kilo de barbacoa, que ponerse a subir videos bateando o caminando como si no tuviera nada que hacer o sentado bajo la sombra de un árbol dando clases de historia del país en el que él imagina que vive. En su afán de vituperar contra todos y de sentirse el mexicano más puro, dijo en estos días que los españoles deben entender que “hay una nueva realidad en México y que ya no se permite robar”. ¿Así o más claro? Quizá se olvidó que hace años uno de los españoles que llegó fue su abuelo.

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Por supuesto, el Presidente ha hecho escuela. Alguien que se siente el alter ego del Presidente es el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García. Habla y gesticula como él. Es posible que el gobernador sea una de las personas más estúpidas en América Latina. No lo sabemos, pero hay pocas dudas al respecto. Hace unos días Cuitláhuac hizo una oda de los baños públicos en las gasolineras de su estado. Casi al borde de las lágrimas, el gobernador mencionaba que ya no le cobraban las entradas al baño, lo que reflejaba la profundidad del cambio en su tierra. Poco le faltó para describir su experiencia en las letrinas, pero era notoria la satisfacción que le daba su obra de gobierno. Recordemos que al empezar la pandemia Cuitláhuac dijo que no le preocupaba que el virus viniera de Londres porque no había vuelos de esa ciudad a Veracruz.

Así, en medio de disparates en los que se califica a una red social de irrelevante y un gobernador cercano al Presidente se regocija en los baños públicos, el país atraviesa crisis de salud, desabasto de medicamentos, problemas económicos y una inseguridad rampante. Nada bueno puede dejar esto.


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