La carambola de AMLO con el INE

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Andrés Manuel López Obrador busca hacer una carambola de tres bandas, de esas en las que es diestro, con el Instituto Nacional Electoral. Veamos cómo traza su tiro…

BANDA 1. AMLO lanza una embestida declarativa y el INE cae en la provocación. Subirse al ring con el Presidente, inhabilitar al candidato de Morena en Michoacán (vetar al de Guerrero no suscitó críticas fuera de Morena) y polemizar con los obradoristas en la Cámara de Diputados refuerza la percepción que AMLO se empeña en difundir: el árbitro le anula injustamente goles a su equipo y él como capitán le mienta la madre. No es una ofensiva, arguye, sino la legítima defensa de quien quiere detener la agresión de un organismo parcial, hostil a la 4T y con agenda política (la inquina institucional de 2006 se reedita avivada por ambiciones personales en el INE de hoy).

BANDA 2: AMLO excluye del Presupuesto el dinero que el INE pide para la revocación de mandato. Embonan aquí dos componentes fundamentales de la 4T, austeridad y autoritarismo: asfixia a órganos autónomos “disidentes” para que no le estorben (cada gobernante autoritario tiene su estilo personal de dominar: Peña enriquecía para cooptar y AMLO empobrece para debilitar). Los estigmatiza por no ser austeros, los deja sin recursos y así logra ablandarlos. Al INE también quiere avasallarlo a golpes de reducciones presupuestales. Acorrala a los consejeros para desacreditarlos: si no se bajan el sueldo, malo; si no hacen la consulta, peor; si abaratan el proceso (el presidente de la Corte ya dio a entender que rechazará lo que pide el INE en controversia constitucional, así que es probable que tengan que reducir el número de casillas) y no se alcanza el umbral de 40 por ciento de la votación, acusará al INE de sabotearlo.

BANDA 3. AMLO se cura tácticamente en salud de cara a 2022 y trabaja estratégicamente para tener un INE a modo en 2024. No le importa que trocar la revocación en ratificación de mandato la convierta en los hechos en una suerte de reelección (en buena tesis, el instrumento revocatorio es opcional: si no hay un número sustancial de inconformes que pidan destituir al Presidente, no hay consulta y se cumple el sexenio; el hecho de que los partidarios de AMLO lo conciban como requisito obligado para ratificarlo por aclamación equivale a suponer que no fue electo por seis, sino por tres años con la posibilidad de ser reelecto por otros tres); lo importante es movilizar a su base, incrementar su capital político rumbo a la elección presidencial y, a fin de cuentas, someter al INE. Si AMLO logra que el órgano electoral sea percibido como sesgado e ineficaz tendrá más fichas para quitarle autonomía y subordinarlo al Ejecutivo o al menos al Judicial, un Poder que vislumbra en su órbita.

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El embate contra el INE pone en peligro a nuestra precaria democracia. Lo mueve una fuerza post racional: el mito del tirano honrado. Se asume que los contrapesos se inventaron para frenar a mandatarios corruptos y que con AMLO (y con la continuidad de la 4T) son mecanismos caros e innecesarios. Cuando se cree que hay un Presidente bueno que lucha contra gigantes malos para cambiar al país prevalece la idea de que no se requiere acotarlo, sino darle más poder. Ojo: México ya lo vivió con Porfirio Díaz.


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