La semana pasada el Presidente López Obrador inauguró la base militar de Santa Lucía, ubicada en el municipio de Zumpango, en el Estado de México. El aeropuerto se ubica en terrenos áridos de un viejo aeropuerto militar, que luce a todas luces como improvisado e insuficiente para remediar la situación de tráfico internacional de la Ciudad de México.
Preocupante, que el Presidente diga que se construyó un aeropuerto, cuando lo único que se construyó fue una pista dentro de un aeropuerto militar que ya existía; pero lo peor, es que se pretenda utilizar este mini aeropuerto como un aeropuerto internacional, ya que se encuentra muy alejado de cumplir las necesidades y los estándares para un aeropuerto de clase internacional.
Y además de lo anterior también hemos comprobado, que en este caso, se esta mintiendo a los mexicanos cuando se habla de “austeridad’, ya que la Secretaría de Defensa Nacional tuvo un sobrecosto en la construcción de esta pista aérea.
Según reportes del Centro de Estudios de la Cámara de Diputados, la Secretaría de la Defensa Nacional erogó el año pasado 12 mil 257 millones 200 mil pesos, cuando el Palacio Legislativo de San Lázaro le etiquetó 5 mil 372 millones 200 mil pesos; es decir, incrementó en 128% el gasto contemplado para la obra.
¿Surge la duda de dónde salió el gasto excedente? ¿Será de alguno de los 109 fideicomisos desaparecidos? ¿O del Fondo de Defensa que milagrosamente creció 1000% en los últimos 2 años?
Lo que el Presidente “inauguró” fue una importante remodelación de la Base Militar de Santa Lucía, hay nuevos hangares militares y una pista más larga y mejor asfaltada, pero sin terminales y la nueva torre de control está aún en construcción. El vuelo “inaugural”, que realizó desde el aeropuerto Benito Juárez en la Ciudad de México, sólo fue un aterrizaje en la nueva pista que seguirá siendo de uso militar.
López Obrador dijo que ese vuelo inaugural “había demostrado” que podían funcionar simultáneamente tres aeropuertos, el Felipe Ángeles, el Benito Juárez y el Adolfo López Mateos de Toluca. Otra farsa. Para realizar ese vuelo, se alteraron las operaciones aéreas en la Ciudad de México y Toluca; ya que, lo cierto sobre el particular es que la aeronavegabilidad no permite la operación simultánea entre el Benito Juárez y el Felipe Ángeles con la tecnología existente hasta ahora en México, según lo expresado por la Corporación Mitre, la máxima autoridad en la materia.
No debemos perder de vista que la base militar de Sanata Lucía, no tiene certificación, ni permisos, ni autorización para recibir vuelos comerciales, otra simulación de la 4T.
Con este nuevo remedo de aeropuerto, lo único que se logró es perder la oportunidad de tener un aeropuerto como el Texcoco que, de acuerdo con el proyecto, iba a tener, una vez completado, 190 posiciones fijas y 85 remotas para atender a más de un millón de aviones al año y 125 millones de pasajeros, además de las operaciones militares, en cambio El Felipe Ángeles tendrá 70 posiciones y una capacidad para mover, anualmente, en su etapa máxima, 32 millones de pasajeros.
Dónde está el benéficio, si no soluciona el problema de conectividad del aeropuerto de la CDMX.
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